2023, un año para olvidarlo

Abstrayéndonos de todo cuanto nos haya ocurrido en el plano individual, familiar, en el entorno laboral y social, 2023 ha sido el peor año para el país.

El manejo económico, tal como se propuso el Gobierno anterior, no dio los resultados esperados, tanto por factores internos como externos.

Ni reactivación, ni inversiones de envergadura, ni proyectos de ley encaminados a superar problemas como el desempleo, peor la pobreza, se cristalizaron.

La crisis política alcanzó la cima más alta de su efecto nocivo con la aplicación de la muerte cruzada. El gobernante acortó su periodo presidencial y mandó a la casa a los asambleístas cuya gestión logró el más absoluto rechazo ciudadano.

La desinstitucionalidad se fue a pique como consecuencia de la rivalidad política incurable; igual por la arremetida de sectores partidistas cuyo fin es comandar, así sea desde las sombras, los organismos de control, retomar el poder como sea, o cogobernar con agendas propias, corporativistas y hasta regionalistas.

El corolario de tan precaria situación fue la elección de un presidente joven, Daniel Noboa, aunque resta entero saber si resulta para el bien de la república o lo contrario; pero fue la decisión de una gran mayoría hastiada de lo mismo y de los mismos de siempre.

Cómo no echarle al olvido al 2023 si fue el año de la inseguridad ciudadana casi total. Grupos delincuenciales organizados y cobijados por el narcotráfico han segado la vida de miles de personas, incluidas las inocentes, niños en especial, convirtiendo al Ecuador en uno de los países más violentos del mundo, una “membresía” derivada del horror y la violencia.

Para rematar ese infierno, las narco revelaciones tras el operativo Metástasis llenan de vergüenza el orgullo nacional, a la política, al periodismo, a las entidades encargadas de dar seguridad, sobre todo a la Justicia, todas ellas penetradas por el narcotráfico y la más rampante corrupción.

Sí, como para olvidarlo al año 2023.