‘Pancho’ Cisneros, la vida polifacética del artista marcial

Francisco Cisneros recibió múltiples reconocimientos dentro y fuera del país. Foto El Mercurio/Bolívar Sinchi.

En la década de los 50 poco o nada se sabía de los denominados ‘deportes de combate’ en el Azuay. La curiosidad de Francisco Cisneros fue tan grande como su afición por el ecuavoley. Jugaba cada que podía hasta que le gustó combatir.

Todo empezó después que tomó un curso de lucha con el maestro José Perrone y -sin pensarlo- se le presentó la oportunidad de entrenar en Guayaquil con Rubén ‘Gavilán’ Robelli, un luchador profesional.

‘Pancho’ -como le conocen los amigos- aprovechó su estadía en la ‘Perla del Pacífico’ para observar a luchadores de catchascan mexicanos. Quedó fascinado con sus combates y los invitó a Cuenca. Sobre un cuadrilátero elaborado de eucalipto presentó el primer espectáculo de catchascan en el colegio Benigno Malo.

Fue uno de los participantes junto a los cuencanos Vicente Tello, Humberto Aguirre y Plaucio García (+). Así empezó la lucha libre en el Azuay por 1962.

Incursión al judo

Un año más tarde, el japonés Mitsuru Koizumi llegó a Cuenca. Sacó un anuncio que dictaba cursos de judo en uno de los salones del Cuenca Tenis. El término despertó curiosidad en cerca de 40 practicantes de lucha, entre ellos Cisneros. Cuando llegaron al sitio, empezaron a entrenar sobre unas esteras.

En las primeras clases aprendieron movimientos básicos para evitar una mala caída.

Después tuvo la satisfacción de pegarnos a todos unas sueleadas tremendas. De los 40, al siguiente día solo fuimos dos. Con Marcelo Vintimilla aguantamos y soportamos toda esa barbaridad.

Cuando Koizumi tuvo que ausentarse de la ciudad les encomendó que continuaran con la actividad.

En mi casa acomodé unos tatamis y nos desbaratábamos a diario. Luego conseguí que nos acojan en el cuartel de Policía. Nos proporcionaron un cuarto de tierra, templamos unas esteras y empezamos a entrenar. Se sumaron algunos policías. Así inició el judo en Cuenca.

Gimnasio Korea

La práctica del judo empezó a extenderse. Cisneros creó el gimnasio ‘Jigoro Kano’, en homenaje al creador del arte marcial. En el transcurso de los años, la llegada de entrenadores de karate, taekwondo y hapkido ampliaron las alternativas para los practicantes.

Por falta de recursos, Cisneros cobijó en su casa a los diferentes maestros, entre ellos al norteamericano Gary Edson, en 1964. Fue el primer extranjero en dictar un curso de taekwondo en Cuenca.

La influencia de distintas artes marciales hizo que Cisneros rebautizara su sitio de práctica por ‘Gimnasio Korea’. Ahí se formaron, entre otros, Patricio Reinoso, Eddy Guerrero, Marco Chango, Eduardo Encalada, Alfonso Jiménez, René Sánchez, Alfredo Pérez, Rolando Vélez.

La fuerza mental es importante en el arte marcial. Francisco Cisneros lo demuestra al romper con su puño un par de bloques.

Alas Delta

En 1979 Cisneros viajó con un grupo de amigos a Quito luego de conocer que el director de Aviación Civil donaba cometas para masificar el Alas Delta. Recibieron dos cometas y otros equipos. Al inicio, el teniente Lenin Torres, paracaidista, semanalmente viajaba a Cuenca para instruirles.

Mi mayor accidente fue en la parroquia Cumbe. Me estrellé de pecho contra la camioneta de Edmundo Jaramillo, colega de entrenamiento. Le hundí la cabina. Yo tenía roto el esternón, los hombros y cuello lesionados. Como no quise desmoralizar al resto de amigos, continué caminando, pero como iba desfalleciendo, me llevaron al Hospital del IESS.

Adiestramiento

Cisneros fue instructor de artes marciales en el Ejército durante 17 años. En ese tiempo se relacionó con oficiales que tenían perros pastores alemanes.

Con apoyo del General Juan Donoso se convirtió en adiestrador de canes. Empezó a entrenar a perros del Ejército y tuvo un criadero de pastores alemanes.

El capitán Juan Donoso (I) y Francisco Cisneros adiestraron perros pastores alemanes del Ejército durante algunos años.

Caricaturas

Desde pequeño, ‘Pancho’ notó que era muy hábil para elaborar caricaturas. Cultivaba el arte con sus compañeros de escuela. Algunos no lo veían como un halago, pero igual les hacía, incluso “bajo amenaza de pegarme”.

Con más experiencia, empezó a crear caricaturas a partir del nombre y apellido de la persona. Sus trabajos trascendieron en los diarios El Mercurio y El Tiempo.

La habilidad de Francisco Cisneros quedó plasmada en los principales medios impresos de la ciudad.

Marionetas

Su padre fue becario de la UNESCO. En su paso por México le envió un libro sobre elaboración de marionetas y títeres. En 2020, por la pandemia, tuvo que cerrar el Teatro de Marionetas que creó en Racar.

Hoy tiene embodegado cerca de 120 muñecos. Espera contar con apoyo público o privado para transmitir sus conocimientos del arte a las nuevas generaciones.

Reportaje a Francisco Cisneros sobre la elaboración de marionetas. Video cortesía.

Familia

Cisneros se jubiló como docente en el Colegio Manuel J. Calle. El 31 de octubre de 2022 sufrió un accidente. Mientras viajaba con unos amigos, el auto se estrelló contra un árbol. Se rompió las costillas y el talón de Aquiles.

El dibujo, la pintura, la lectura, las marionetas le ayudaron a mantener el ánimo alto. Su esposa, su hija, sus tres nietos y siete biznietos son la luz de sus ojos. Recién cumplió 80 años.

La frase

“La broma, la alegría son importantes para mantener la salud. Escribí un libro de humorismo gráfico de la vida real con mis caricaturas. Con Vicente Tello participamos en Las Mascaradas del seis de enero… Yo vivo de la broma…”.