Jorobada

Aurelio Maldonado Aguilar

Reseñas, noticieros, reportajes, asombran más. Que estamos en franca guerra interna, no es sorpresa. Que el nuevo y bisoño presidente Noboa se encuentra dando batalla a narcos y grupos delincuenciales, si sorprende, pues anteriores gobiernos, incluyendo el de Lasso le daba miedo de enfrentar el desarreglo delincuencial y criminal derivado del cáncer de la droga y sus mafiosos, hábiles delincuentes que saben engañar, comprar y asesinar a quien estorbe para seguir su ruta millonaria. Golpeó cuarteles y está dando resultados grandes y en corto plazo. Les tocó a los militares que, motivados, toman cárceles por asalto y rompiendo puertas con tanquetas enfrentan a delincuentes apertrechados en verdaderos fortines y arsenales con suficiente armamiento para luchar días sin rendirse. Cárceles íntegramente en manos de lobos, tigerones, choneros y más diablos, que tenían suites elegantes, recamaras contiguas para su personal de seguridad, hidromasajes, supermercados, túneles largos y profundos, paredes y pisos horadados para esconder armas de grueso calibre, todos los adelantos cibernéticos de comunicación de internet y telefonías internacionales que les mantenía atentos a toda movimiento bueno o malo que pudiese interesarles y las autoridades no se dieron cuenta. ¿Qué cosa no? Guerra definitivamente y para enfrentarla requerimos apoyo militar, recursos y consejos internacionales, cosa que va consiguiendo el gobierno con la franca alianza de EEUU, país donde más destruye a su gente la droga. Pero entonces toma represalia el hegemónico Putin y restringe ingreso de productos ecuatorianos, especialmente banano y claveles y como tiene que camuflar su trafasía, dice que encontró una mosca jorobada de polizón en los navíos de transporte. Noboa sagazmente contesta en el plano técnico indicando que el Ecuador no tiene la enfermedad que trasmite la jorobada y que ella muere a los 20 y pocos días de vida y el viaje dura más de 40, de tal manera que, si se fue una jorobadita, cosa que dudo, llega a la tierra de los zares, más tiesa que una escoba. Que de todas maneras se tomarán todas las precauciones fitosanitarias para que, en el supuesto no consentido de los abogados, no vuelva a ocurrir.

Las guerras, cualquiera que estas sean, interna como la librada hoy, viene maridada de enormes molestias, peligros y heridas que debemos estar dispuestos a aceptar y poner nuestro pecho en respaldo para aniquilar esta peste narcodelictiva, amiga de él de Bélgica que la acomodó en puestos claves y en la mismísima asamblea, convirtiendo en muy difícil su erradicación. Grandes sacrificios y fieles solados tendrán, como lo están demostrando ahora, que ayudarnos a sanear la patria. Pero si podemos. Si, adelante. (O)