¡No le dejemos sola!

Hugo Lucero Luzuriaga

Es el clamor de la mayoría de los ecuatorianos que tememos que a Diana Salazar le dejen sola, en efecto, como se están sucediendo los hechos, la Fiscal corre grave peligro con su vida, comenzando que desde muchos sectores interesados y desenmascarados se le busca enjuiciar y por ende destituir de su cargo.  Además, de que muchos frentes estarían escrudiñando la manera de hacer “desaparecer” a la Fiscal como ocurrió con Fernando Villavicencio. Es que Diana Salazar es el símbolo de lucha y tenacidad contra nefastos y oscuros poderes generadores de la inseguridad que azota al país.

Preocupa que Diana Salazar no tenga un frontal respaldo de los poderes del Estado, en efecto: el gobierno de Noboa, con simples declaraciones dice apoyar las acciones de la fiscal, pero en los hechos lo que promociona son los logros alcanzados en su administración contra la inseguridad. La Asamblea Nacional, por reiteradas ocasiones, no da paso a una resolución de respaldo a la Fiscal. En la función judicial se ha desatado un sisma donde casi todos tienen “rabo de paja”. Aparece un actor no invitado el “casi dueño” del PSC, manifestando que su partido no apoyará un posible juicio a la Fiscal, empero, quién lo garantiza. Los consumidores de las redes sociales como que pierden la capacidad de raciocinio cuanto se ven colmados de falsedades promovidas por extraños personajes. Y, como siempre un actor ya sentenciado que dispara desde lejos criterios viscerales contra la Fiscal.

En este marco, y como corolario no preguntamos: ¿Respaldarían a la Fiscal el Gobierno, otros funcionarios y potenciales candidatos cuando Diana Salazar se vea acorralada por sus enemigos o cuando termine el período de sus funciones?

En esta coyuntura, el pueblo debe apoyar a la Fiscal, obviando el confort de las redes sociales y el chismoseo de los parques, pero, organizándonos y manifestándonos por todos los medios posibles el respaldo a Diana Salazar, caso contrario, será la próxima víctima y los ecuatorianos volveremos a padecer de mayor inseguridad. No nos olvidemos que: ¡LA GRATITUD ES LA MEMORIA DEL CORAZÓN! (O)