Jesús en nuestros tiempos

Karina Elizabeth López Pino

Sabemos bien que Jesús se hizo hombre para llegar a la humanidad. La gente de aquella época añoraba un rey que pudiera poner fin a la tiranía de los romanos, sin embargo nada de eso pasó porqué aunque lo crucificaron como el “Rey de los Judíos” solo pocos entendieron que su reinado era espiritual y no terrenal. En tiempos actuales, seguimos pesando que un gobierno, un partido político, un líder, un charlatán va a poner fin a la desigualdad e injusticia social, pero tristemente nada de eso va a pasar. Nuestra mirada está en un ser humano tan imperfecto como lo somos nosotros, y entendiendo eso, nada va a mejorar o cambiar.

Ahora hay que estar más atentos que nunca, simplemente porqué muchos pillos con el “Jesús en la boca” se ganan los votos de gente desesperada que cae a merced de sus propósitos. Si esto está pasando y abusando un poco de la imaginación cómo podríamos darnos cuenta de la llegada del Señor Jesús a nuestro planeta por segunda vez. Bien se sabe que del día y de la hora, nadie puede avizorar, así que brujos, charlatanes, clarividentes, influencer, religiosos fanáticos y uno que otro destornillado nada saben del asunto, caso contrario ya habrían adivinado el boleto ganador de la lotería y no estuvieran estafando y mintiendo a la gente.

Probablemente, esa información no será de conocimiento masivo ni para alimentar el morbo o aumentar seguidores de falsos curas, pastores o disque seguidores de Dios, sino más bien será una sorpresa impactante en la que se medirá cuan espirituales somos para entender las cosas sobrenaturales. Dícese en las escrituras que Jesús vendrá en las nubes para encontrarse con su iglesia, con su amada, con sus hijos, ahora en la intimidad preguntémonos: ¿Somos parte de ese pueblo elegido?, ¿Nos interesa la vida espiritual?, ¿Nos atrae conocer de la palabra de Dios, o eso, ya no es tendencia actual?, ¿Tenemos comunión con el Creador o solo estamos interesados en exigir de Él milagros y bendiciones?

O somos de los que solo en viernes santo nos golpeamos el pecho pretendiendo ser angelicales cuando en lo escondido sabemos bien la “joyita” que somos el resto del año. A mi modo de ver creo que hay que distinguir dos cosas: primero lo espiritual y luego, la tradición. El primer punto exige una comunión permanente con Jesús, servicio, entrega y amor; aunque implique espinos en el camino. Y lo segundo, una tradición que atrae al turismo, entiéndase por ejemplo que la visita a las siete iglesias no es más que una actividad que forma parte de la cultura y la tradición de la bella Cuenca.

Jesús venció a la muerte y esa cruz de madera no es más que un símbolo de humillación que refleja a una humanidad pérdida en el pecado y redimida con la resurrección de Jesús, el único hombre divino de 33 años que exhaló su último aliento de vida rogando: __Padre perdónalos porqué no saben lo que hacen__.

La salvación del pecado -originado por Adán y Eva- es un regalo divino de un extremo amor, y no de cualquier amor sino del ágape que sobrepasa todo entendimiento humano. Por gracia Jesús nos ama y por esa gracia somos merecedores de un regalo que no tiene precio y que jamás podríamos pagarlo. Entonces, en estos tiempos modernos aprovechemos la tecnología para conocer más del Salvador y no nos quedemos con la imagen religiosa que nos han vendido de generación en generación.

Jesús fue extraordinario al enseñarnos que el camino estaba marcado en el amor y no en el legalismo. Sería buenísimo sacarle un tiempo para mirar otras series con contenido ajeno a lo sexual, a lo delictivo, consumo de drogas y otras vainas que nos están carcomiendo el cerebro y nuestros valores. Lo anormal se ha vuelto tan común y nuestro criterio de raciocinio parece que se ha quedado en el limbo.

En Netflix está disponible la serie Los Elegidos, una producción de lujo para conocer de los apóstoles y de Jesús, un revolucionario de todos los tiempos. (O)