La Fanesca

Marco Antonio Piedra Aguilera X: @mpiedra0768

Para los católicos un plato de fanesca simboliza el fin de la cuaresma, una especie de ofrenda de agradecimiento, mismo que es servido el viernes santo y representa el inicio de los días de fiesta de reflexión y de guarda.

Remontándonos a la historia, podemos encontrar otros orígenes para esta comida. Para concebir los comienzos de este delicioso plato, debemos remontarnos a tiempos anteriores a la Colonia, y, de cierta manera, tratar de interpretar la cosmovisión de las culturas que en esos entonces habitaban nuestras tierras.

Para estas hordas, se trataba de la preparación de un platillo que contenía aquellos granos y frutos de la tierra que provenían de sus cosechas, y que, como un gesto de agradecimiento para su deidad elaboraban el mejunje y se lo departía con los miembros de la comunidad en un espacio integrador.

Por estas fechas, nuestros antepasados solían festejar la resurrección de una semilla que meses atrás, en el Solsticio o fecha de Siembra, tuvo que morir y ser enterrada para que, con el pasar del tiempo floreciera y resucitará generando vida nueva. En efecto, la madre tierra es fecundada por el germen de trigo mismo que viene a ser alimentado por los rayos del padre Sol y gestado en el interior del vientre terrenal. Viviendo así, una verdadera fiesta de agradecimiento, advenimiento y prosperidad.

De entre los principales ingredientes de este preparado tenemos zambo, zapallo, lenteja, haba, choclo, arveja, melloco, frejol y chocho.  La tradición andina trascendió fronteras y llevó su invento a las revieras de la costa en donde se incluyó a esta mezcolanza el bacalao o pescado seco, desencadenando en el plato que hoy por hoy nos servimos.

En la actualidad, casi seguro que la mayoría de nosotros nos sentamos a degustar de este plato y muy probablemente desconocemos los orígenes del mismo, así como también, el significado de su elaboración. Más aprovechamos estos momentos para reunirnos con la familia y compartir una mesa. (O)