¿Qué esperanza tenemos?

Marco Carrión Calderón

Las espantosas y casi increíbles revelaciones que hemos tenido que soportar, con indignación, a propósito del caso Metástasis, no hacen sino confirmar la sospecha de un gran número de ciudadanos sobre la enorme corrupción a que ha llegado el Estado, en su conjunto.

El hecho de que un ex Asambleísta (PSC) haya manejado la justicia en la provincia del Guayas no tiene nombre. Se ha enriquecido siendo él quien decidía las sentencias que los jueces debían dictar, las audiencias que había que posponer, los juicios de casación que acoger y la forma en que se debían resolver. Y esto sucedía con el conocimiento de todos los jueces, inclusive de los que son honorables, porque es justo suponer que los habrá, pero que preferían mirar para otro lado y guardar un silencio cómplice, por decir lo menos, con el conocimiento de Nebot a quien, años atrás considerábamos una persona correcta.

¿Qué sucederá cuando la muy respetable Fiscal General, Diana Salazar deje su cargo y volvamos a tener fiscales como Chiriboga o Baca Mancheno, lo cual es casi seguro? ¿Cuándo vuelvan los gobernantes de la talla del prófugo que, según nos han hecho saber los testigos, conversaba con delincuentes como Norero para arreglar la liberación de Glas a cambio de dinero que entregaría a “alguien”? ¿Cuándo sigamos teniendo Asambleístas como la gran mayoría de los actuales, ignorantes, cómplices y obedientes al prófugo? Todas estas preguntas vienen al caso al conocer las declaraciones de quien además de ser la amante era la “operadora”, enlace y cómplice del capo Norero, así como poderoso engranaje en la Corte de Justicia del Guayas

Es probable que por la fuerte gestión de la Fiscal General, haya jueces que se animen a dictar las condignas sentencias para los pillos atrapados esta vez. Pero, ¿quién puede asegurar que vayan a cumplir las condenas? Nadie en este país puede hacerlo. Apenas puedan hacerlo comprarán jueces, pedirán las famosas “medidas sustitutivas”, o recursos similares que les permitan burlar la endeble justicia ecuatoriana y muchos volverán a los cargos que tenían y continuarán con los actos delincuenciales a los que están acostumbrados y que les permitan enriquecerse de manera injustificable. (O)