En una entrevista, el exministro de Agricultura y Ganadería se refirió de manera firme a la praxis de la economía verde, la cual nos lleva al desarrollo sostenible, que debe ser apoyado por los gobiernos locales para promover la sostenibilidad, la protección del medio ambiente, la transparencia y el bienestar social.
La economía es verde porque se basa en el desarrollo sostenible y lo promueve, minimizando el impacto ambiental. Este tipo de economía reduce la huella de carbono y, al mismo tiempo, busca conservar los recursos naturales. Las actividades económicas que incorporan buenas prácticas ambientales se preocupan por el ciclo de vida de los productos y servicios.
La economía verde reduce la dependencia de los combustibles fósiles, sustituyéndolos por energías renovables, lo que contribuye a crear un planeta más saludable. Esta economía representa una esperanza en medio de la crisis climática que vivimos, ya que garantiza el bienestar de las generaciones futuras, la salud del planeta y fomenta el uso del transporte eléctrico en lugar del motorizado tradicional.
Debemos recordar que la explotación indiscriminada de los recursos naturales, junto con la contaminación del aire y del agua, son síntomas de una economía dañina.
La economía verde nos invita a renovarnos, a crecer y a creer en una política diferente, capaz de generar millones de empleos. Ahí está el caso de Costa Rica, que utiliza el cien por ciento de electricidad renovable. También destacan los ejemplos de la agricultura ecológica, libre de pesticidas y fertilizantes, que produce frutos orgánicos, o del reconocido turismo ecológico, que se desarrolla en entornos naturales, así como de las empresas dedicadas a la recuperación de áreas degradadas.
Hoy, practicar la economía verde no es solo una opción, sino un deber para frenar la crisis climática. (O)