Cómo logran que 60 adolescentes se motiven lo suficiente para salir a un escenario y presentar un show impecable… Es una pregunta que escucho con frecuencia cuando hablo de las obras teatrales del CEBCI. Mi respuesta es siempre la misma: todo depende de la pasión, esa fuerza imparable que, bien guiada, transforma al más tímido en protagonista, al más distraído en líder de escena, y a un grupo de jóvenes en una verdadera compañía teatral.
Lo he vivido como madre, viendo a mi hija preparar cada paso con entrega, ensayo tras ensayo, desde enero. Lo he vivido como educadora, al comprender que el teatro escolar es mucho más que una actividad extracurricular: es un laboratorio de emociones, un aula extendida donde se cultivan valores, habilidades blandas, conciencia social y, sobre todo, identidad.
El teatro transforma, motiva, eleva. Y cada año, el CEBCI lo comprueba. La semana del estreno es una explosión de adrenalina, nervios, orgullo. Y cuando el telón cae, queda esa nostalgia dulce de haber vivido algo irrepetible. El arte se convierte en memoria afectiva, en comunidad, en una experiencia que marca para siempre.
Este 22, 23 y 24 de mayo, más de 60 estudiantes presentarán High School Musical en el Teatro Pumapungo, una producción que —como lo hace el CEBCI— no solo entretiene: educa, moviliza y abraza. Y lo hace en dos idiomas, inglés y español, demostrando que el aprendizaje puede ser riguroso y, a la vez, profundamente humano.
Pero lo más poderoso de este proyecto es su dimensión social. El show solidario que abre la temporada estará dedicado a niños y familias de sectores vulnerables, quienes accederán gratuitamente gracias al apoyo del Municipio, la Prefectura y varias organizaciones comunitarias. Para muchos de esos pequeños será la primera vez que entren a un teatro, que vean luces profesionales encenderse, que escuchen una canción en vivo, que se emocionen al ritmo de “We’re all in this together”.
Ver a nuestros hijos y alumnos brillar en escena es hermoso. Pero saber que lo hacen mientras aprenden, se descubren, y hacen posible la inclusión de otros… eso es verdaderamente extraordinario. Porque el arte, en esta institución, no es solo espectáculo. Es herramienta de cambio. Es una forma de construir empatía, ciudadanía y transformación real.
Cuando se abre el telón del CEBCI, no solo se encienden las luces del teatro. Se encienden sueños. Y esos sueños, cantados y bailados con el corazón, nos recuerdan que educar es, también, darles un escenario donde puedan ser felices, y hacer felices a los demás.