
Solo el aullido de los perros, el canto de las aves y el crujir de la tierra rompen el silencio en Cochas, una comunidad enclavada entre montañas en la parroquia Paccha, al noroeste de Cuenca. Hoy, este lugar se ha convertido en un ‘pueblo fantasma’, luego de que una falla geológica obligara a sus habitantes a abandonarlo por completo.
El amanecer del 1 de mayo marcó el inicio del desastre. Las primeras grietas comenzaron a abrirse con un estruendo sordo, pero implacable. Día tras día, la tierra se fue resquebrajando y devorando el paisaje, hasta convertir en ruinas lo que por generaciones fue un hogar. Hoy, 14 días después, las fisuras superan los 20 metros de profundidad y se extienden a lo largo de dos kilómetros. Y no se detienen.
Evacuación
Las autoridades, tras realizar evaluaciones técnicas, ordenaron la evacuación definitiva del pueblo. “No hay cómo regresar. Cochas se convirtió en una zona inhabitable; ni para sembrar”, sentenció Anita Peña, presidenta del Gobierno Parroquial de Paccha.
Caminar por Cochas es hacerlo con cuidado, como si el terreno pudiera ceder en cualquier momento. Las casas, ya desmanteladas por sus dueños que rescataron lo que pudieron, lucen vencidas, torcidas, agrietadas. La tierra se desliza lentamente montaña abajo, cubriendo cultivos y arrastrando consigo décadas de historia y esfuerzo. La iglesia del pueblo, símbolo espiritual y cultural, también está en peligro. Todo parece una cuenta regresiva.

Ante la gravedad de la situación, Peña ha solicitado que el lugar sea declarado oficialmente como “zona de riesgo”, para así activar protocolos de emergencia que permitan mitigar el impacto del desastre. Mientras tanto, las 14 familias afectadas han sido acogidas temporalmente por parientes y vecinos en comunidades cercanas. El Municipio de Cuenca y el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi) ya coordinan esfuerzos para buscar un terreno donde puedan levantarse nuevas viviendas.
Pero Cochas no es el único lugar golpeado. En la misma parroquia, los sectores de San Vicente e Higospamba también padecen los efectos de los deslizamientos causados por el invierno. En San Vicente, una vivienda fue evacuada y otras dos están en riesgo. La comunidad ha respondido con mingas, abriendo acequias y sembrando árboles para prevenir más daños.

Estabilización
En Higospamba, el cerramiento de una propiedad privada y parte del camino comunitario cedieron. Aquí, las autoridades parroquiales y el propietario afectado trabajan en conjunto para recuperar el acceso y estabilizar el terreno.

La emergencia en Paccha deja al descubierto la vulnerabilidad de las zonas rurales ante fenómenos naturales que, aunque muchas veces silenciosos, son devastadores. Las heridas abiertas en la tierra tardarán en cerrarse, al igual que el dolor de quienes han tenido que dejar atrás su hogar.
Mientras tanto, la comunidad espera no solo ayuda inmediata, sino un plan que les devuelva la esperanza de empezar de nuevo, aunque sea lejos de tierra natal