Su último café

Edgar Pesántez Torres

Los hombres trascendentes son aquellos que ocupan altos cargos en la esfera pública, pero también aquellos que, en la posición que la vida les ha otorgado, han honrado su condición humana. No se necesita estar en el centro de atención para abrazar principios nobles y dejar una huella significativa en la vida de quienes los rodean. Hoy mismo el mundo llora la muerte de prominentes adalides de la Literatura y la Iglesia Católica, asimismo han partido de este mundo ciudadanos ejemplares que merecen ser recordados por sus dones y acciones. A uno de ellos me referiré.  

Era mi último año escolar y, debido a una situación familiar, fui obligado a cambiarme de residencia. Ya iniciado el año lectivo, las matrículas en la ciudad estaban cerradas, a excepción de una que comenzaba a funcionar y aún tenía plazas, así que nos recibieron a 14 alumnos en el último grado, el sexto. Nuestro maestro fue Luis Gaón Vinueza, y director del plantel el Prof. Honorio Calderón.

Cada uno de nosotros tuvo circunstancias especiales para ingresar a esta naciente escuelita llamada Eugenio Espejo, que por entonces funcionaba en una casa patrimonial, en la calle Luis Cordero frente al establecimiento educativo Dolores J. Torres. Entre los camaradas estaba Alberto Culcay Tapia, quien venía de los Salesianos y mostraba un talento para la pintura y la música. Luego de egresados, el viento de la vida nos dispersó.

Alberto Rubén alcanzó éxito con el grupo musical Apocalipsis y construyó una carrera brillante como arquitecto y empresario, además de ser un apasionado de la fotografía. Después de muchos años, los ex-espejinos decidimos reunirnos en la campechana cafetería “Coffe & Chocolate” para rememorar viejos tiempos. Pocos días antes de su muerte, Alberto asistió al lugar y fue ocasión para hablar sobre la fugacidad de la vida y el inevitable paso a la muerte. Me conmovió cuando me confesó que sería el «último café» y su despedida de este mundo, pues se encontraba desahuciado y pronto nos dejaría. ¡Su sentencia se consumó en 10 días!

Este rincón cafetero fue testigo de tantas risas y charlas con C. Cordero, A. Ordoñez, J. Arias, T. Aguilar, E. Cabrera, C. Jaramillo, B. Sarmiento y otros que ya partieron. Aunque mi corazón se pesa con la tristeza de la pérdida, también sé que el amor y las enseñanzas que me dejaron siguen vivos en la memoria.  En ese abrazo intangible, confío en que, en algún lugar más allá, volveremos a encontrarnos, rodeados por la luz que siempre emanaron. (O)

Dr. Edgar Pesántez

Médico-Cirujano. Licenciatura en Ciencias de la Información y Comunicación Social y en Lengua y Literatura. Maestría en Educomunicación y Estudios Culturales y doctorado en Estudios Latinoamericanos.

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