No es la primera vez que el Gobierno de México da refugio a delincuentes ecuatorianos, como el último caso de Augusto Verduga con orden de prisión y un pedido de detención a la Interpol, quien apareció orondo el 6 de mayo manifestando que se encuentra como refugiado político en tierra mexicana, luego de que en los chats de su propio teléfono incautado por la Fiscalía, la RC5 queda expuesta como una organización política con fines delincuenciales.
Este caso se agrega a la controvertida fuga fallida de Glas. Pese a su prontuario delincuencial, México le concedió asilo el 5 de abril del 2024. Horas después, la fuerza pública irrumpió en la Embajada mexicana para capturarlo. Ambos casos revelan un patrón preocupante sobre el asilo dado por el Gobierno mexicano a varios correístas, muchos de ellos con sentencias por corrupción y delitos graves.
Es alarmante que un Estado use el asilo como escudo político para proteger a quienes están siendo investigados por la justicia de su país. Mientras la presidente de México criticó férreamente la “violación de la soberanía” a su Embajada, guarda silencio sobre la vulneración de la soberanía ecuatoriana por la infiltración de carteles mexicanos que han cobrado cientos de vidas en Ecuador. ¿O es que para Sheinbaum la soberanía es un criterio selectivo?
En los países donde los poderosos son intocables por el sistema judicial, estas jugadas internacionales abanderan la impunidad, ofreciendo el asilo como un acto humanitario que actúa como un blindaje para evadir el escrutinio oficial. Es vox populi que exfuncionarios de la RC5 viven a cuerpo de rey en México fungiendo como asesores políticos, mientras nuestro país arrastra las consecuencias del crimen organizado introducido por Correa y sus condiscípulos. ¿Quiénes son? Refresquemos la memoria: Gabriela Rivadeneira y su esposo; Soledad Buendía exasambleísta y su esposo Edwin Jarrín, exvicepresidente del CPCCS; Walter Solís, exministro de Transporte; Galo Mora, exministro de Cultura; Viviana Bonilla, exasambleísta; Carlos Ochoa, conocido como “el hombre que ladra”, exsuperintendente de Comunicación; Fernando Alvarado, exsecretario de Comunicación; Sofía Espín, exasambleísta; Leonidas Moreno, exprocurador de la prefectura de Pichincha; Luis Molina, exasambleísta; Carlos Viteri Gualinga, exasambleísta y su esposa Tania Pauker, exvocal del CPCCS. Lo lamentable es que la lista de fugados y asilados correístas podría incrementarse mientras Sheinbaum siga en el poder. (O)