Una de las características esenciales de un régimen democrático constituye la denominada “división de poderes”, es decir, el hecho de que los órganos Ejecutivo, Legislativo y Judicial del Estado sea independientes entre ellos. De tal forma que cada uno de ellos sirva de contrapeso a los otros, evitando de esta forma la concentración del poder estatal que, al decir de Montesquieu (el teórico de la “división de poderes”), constituye el principal peligro para la libertad.
Lo que acaba de suceder en Ecuador el miércoles 14 de mayo, con la designación de las nuevas autoridades de la Asamblea Nacional (que es como se llama en este país el Órgano Legislativo), da cuenta de que no habrá tal independencia de poderes; pues el Gobierno, a través de su bloque legislativo de ADN, controlará la Presidencia, Vicepresidencias y el CAL (Consejo de la Administración Legislativa) de la Asamblea; una situación que tornaría prácticamente en algo casi imposible la labor de fiscalización que corresponde a la Asamblea Nacional.
Con esto no sólo que se pone en entredicho un rasgo esencial de la institucionalidad democrática, sino que se vuelve a poner en práctica lo que antes se criticaba del régimen correista, a saber: el control de Legislativo por parte del Ejecutivo. Aún más, a la usanza de la concentración de poderes que también ocurrió en dicho régimen, el Gobierno de Noboa también tendría hoy el control de órganos del poder estatal como el Judicial, la Fiscalía, la Contraloría, la Procuradoría, el Consejo Nacional Electoral (CNE), el Tribunal Contencioso Electoral (TCE), el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS). Al parecer sólo la Corte Constitucional estaría, hasta ahora, fuera del control del Gobierno.
En estas condiciones actualmente en Ecuador podríamos estar ante la posibilidad de la conformación, nuevamente, de un régimen político con tendencias totalitarias. Y si a esto añadimos los casos, que ya se han dado, de irrespeto a la Constitución y a otras normas jurídicas, además de ciertos casos de represalias en contra de varios críticos o de opositores al Gobierno, es probable que estemos también frente a la configuración de un régimen con tendencias autoritarias. Habrá que esperar para ver como esto evoluciona. (O)