En 1783, los Estados Unidos de Norteamérica se convirtió en una nación independiente tras librarse del yugo británico en la Guerra de la Independencia. Aunque las primeras décadas de su existencia fueron pacíficas, entró de nuevo en conflicto con Gran Bretaña en 1812.
Por un lado, el bloqueo comercial al que Inglaterra sometía a Europa, dominada por Napoleón, impedía a los americanos exportar sus productos. Y, por el otro, los buques ingleses de la Royal Navy secuestraban a marinos estadounidenses con los que completaban sus tripulaciones.
Ya que los ingleses estaban en guerra con Francia, parecía el momento preciso para anexionar a Canadá, un territorio que EE.UU. intentó conquistar en 1775. Los norteamericanos invadieron Canadá en 1812 sin ningún éxito. Esto permitió a los británicos contraatacar, una vez derrotado Napoleón, enviando un ejército que sitió Washington e incendió la Casa Blanca, inaugurada en 1800.
Tras el asedio a la capital, los ingleses pusieron la mira en Baltimore, la segunda ciudad más grande con uno de los mejores puertos del país. Soldados británicos desembarcaron en North Point, entablando una batalla contra los norteamericanos de la que no salieron victoriosos. Derrotados, pero no aniquilados, se reagruparon en el camino que conducía a Baltimore, donde 10.000 defensores excavaron una línea de trincheras que impidió la embestida a la ciudad.
Ante esto, era necesario que los ingleses destruyeran el fuerte McHenry que resguardaba la entrada al puerto. Dado el poco calado de la costa, el ataque se dio a gran distancia ocasionando que la mayoría de los proyectiles disparados fallaran o estallaran en el aire. Después de 27 horas del bombardeo, los ingleses se retiraron dejando a los norteamericanos maltratados pero invictos y en posesión del fuerte. La indoblegable resistencia inspiró al abogado Francis Scott Key, quien había presenciado la ofensiva desde el puerto, a dedicar un poema a esta gesta histórica en el que describía cómo “los rayos del alba iluminaron las brillantes estrellas y anchas barras que ondeaban sobre la tierra de los libres y el hogar de los valientes”.
El poema fue publicado en Baltimore por su hermano, acompañado de una melodía de John Stafford Smith. Con el título de “La bandera estrellada”, la canción se siguió cantando una vez terminada la guerra. Pero no sería hasta 1931 que, el presidente Herbert Hoover, lo convirtió en el himno oficial del país. Hoy, es uno de los más escuchados en el mundo. (O)