¿Impulsor de la paz o la guerra?

Hernan Deleg Pacheco

Cada año se concede el Premio Nobel a personas o entidades que han contribuido de forma notable al beneficio de la humanidad en diversos campos. Su nombre está vinculado a esos logros de la humanidad; sin embargo, amaso una gran fortuna con la venta de armas bélicas. ¿De quién se trata? De Alfred Bernhard Nobel. Químico e industrial sueco, que ha recibido elogios por su labor humanística, pero también se lo ha llamado “mercader de la muerte”. ¿La razón? Industrializó la dinamita y se hizo rico con la fabricación y venta de explosivos letales.

No obstante, tras su muerte en 1896 se descubrió algo sorprendente; Nobel estipulaba en su testamento que las rentas de un capital de 9 millones de dólares se destinaran a galardonar a las personas que alcanzaran notables logros en los campos de la física, la química, la medicina, la literatura y la PAZ.

Uno se hace la pregunta. ¿Por qué habría de tener un fabricante de explosivos tanto interés en recompensar los méritos realizados en pro de la paz y en beneficio de la sociedad? Unos pensaron que tenía remordimiento de conciencia a causa de la naturaleza destructiva del trabajo del hombre, otros llegaron a la conclusión que laboró desde el primer momento por la paz.

Nobel era de la opinión, según los historiadores, de que cuanto más mortíferas fueran las armas, menos probabilidad habría que desencadenara un conflicto bélico. Nobel le dijo a un periodista: “Quizá mis fábricas pongan fin a la guerra a un más pronto que sus congresos». En 1939, estalló la segunda guerra mundial; Adolf Hitler convirtió el taller de Nobel, situado en Krummel, en una de las mayores fábricas de municiones de Alemania. El Ejército Soviético al final de la guerra, y los aliados lo convirtieron en cenizas. (O)

Ing. Hernán Deleg

Realizó sus estudios en la Universidad de Moscú y en la República Federal de Alemania. Docente universitario. Autor de varios libros. Expresidente de la Sociedad de ingenieros del Ecuador (SIDE).

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