“Recen por mí”

Aníbal Fernando Bonilla

Una y otra vez, insistía con aquella expresión. Antes que un estribillo rimbombante, era una invocación que emanaba del corazón, con mucha fe: “Recen por mí”. Jorge Mario Bergoglio (1936-2025), hombre de hábitos religiosos, no estuvo exento de polémicas y ciertas suspicacias. Intuyendo el complejo entretejido clerical, es de suponer las dificultades que tuvo que atravesar hasta llegar a los pasillos de la Santa Sede, para quedarse en 2013. Elocuente y, a la vez, austero, no dudó en decir las cosas por su nombre, más allá de cualquier contratiempo que eso pudiera provocar, o de lo que se interpretaría como lo políticamente incorrecto. Cercano a una dimensión pastoral cuya prédica y acción directa se cimentó con la gente de a pie, a lo que denominó como la “opción preferente por los pobres”, y, totalmente ajeno a la acomodaticia y privilegiada manera en que asumen la sotana algunos prelados.

De formación jesuita, su trayectoria fue en ascenso paulatino, con altibajos. Así se desenvolvió como superior provincial, rector del Colegio Máximo, arzobispo de Buenos Aires, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, cardenal. Todo este acumulado sacerdotal contribuyó para ungirse como el principal representante de la Iglesia Católica.

Uno de los episodios polémicos se dio en la etapa de la dictadura argentina. Se alude que ante la detención ilegal y tortura a los curas Orlando Yorio y Francisco Jalics, el entonces provincial de la Compañía de Jesús no hizo las gestiones necesarias (a costa de un silencio cómplice) para que desde el poder de facto se escuche el clamor de devolverles con vida, a quienes a través de operativos militares se encontraban en condición de desaparecidos. Aunque, por otra parte, queda claro, que Bergoglio sí hizo los esfuerzos para poner a buen recaudo a decenas de personas que estaban siendo susceptibles de secuestro forzado y muerte. Asimismo, en circunstancias puntuales se escuchó en más de una homilía reacciones contrarias y hasta furibundas frente a temas como el matrimonio homosexual, el divorcio, el aborto.

¿Cuál es su impronta vital? El planteamiento de acudir a evangelizar hacia “las periferias existenciales”. La labor encomiable en las villas-miseria. La postura crítica ante una estructura corrupta y decadente sostenida en el Vaticano. El acercamiento con el necesitado. La restauración de la ética, con gestos visibles. El cuestionamiento sobre la prevalencia del gran capital y el excesivo consumismo. La convocatoria a recuperar la esperanza en medio de las miserias humanas. El papa Francisco, desde la humildad admirable siempre antepuso un pedido especial e íntimo: “Recen por mí”. (O)

Lcdo. Aníbal Bonilla

Máster en Estudios Avanzados en Literatura Española y Latinoamericana. Máster en Escritura Creativa por la Universidad Internacional de la Rioja. Licenciado en Comunicación Social. Autor de varios libros.

Publicaciones relacionadas

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba