Remesas, a la baja

De la bonanza producto de las remeses enviadas por migrantes ecuatorianos, en especial desde Estados Unidos, podría pasarse al embudo.

La economía ecuatoriana mucho se mueve con el dinero enviado por quienes emigraron como opción de vida, en la mayoría de los casos violando la ley migratoria de aquella nación.

Con mayor razón la economía de provincias como Azuay y Cañar, cuyos poblados rurales se quedaron casi vacíos debido a la masiva migración.

Pocos esperaban la dimensión xenofóbica del presidente Donald Trump en su segundo mandato.

Su política anti migratoria, literalmente, ha llevado a encerrarse a miles de miles de indocumentados, cuando no a deportarlos.

O ya no trabajan, trabajan a medias, consumen sus ahorros y sobreviven cómo sea; pero ya no envían los montos habituales de remeses al Ecuador, y, en casos extremos, nada.

El impacto en la economía será duro. Pronto comenzará a sentirse.

En 2024, las remesas sumaron $6.539 millones, equivalentes al 5,3% del PIB. Un récord histórico, según el Banco Central. De este monto, $ 4.804 millones corresponden a las enviadas desde Estados Unidos.

Empero, analistas económicos temen un bajón en 2025, “afectando directamente el consumo interno y el crecimiento económico”.

Este impacto no sólo afectará al dinamismo económico general; también y directamente a los hogares. A este nivel, el dinero enviado se invierte en alimentación, salud, educación, vestuario, etc.
Otro remezón será una posible o casi segura recesión económica en EE. UU. como consecuencia de la guerra arancelaría declarada por Trump como parte de sus políticas ultra proteccionistas y tratar de equiparar la balanza comercial.

Los analistas temen la desaceleración de la economía estadounidense, comenzado por la baja en el consumo interno.

En suma, un panorama sombrío para quienes dependen de las remesas; y para el Ecuador, hasta no saber el impacto real del alza arancelaría, así sea mínima. 

DZM

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social con experiencia en coberturas periodísticas, elaboración de suplementos y materiales comunicacionales impresos. Fue directora de diario La Tarde y es editora.

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