El uso obligatorio de la mascarilla en determinadas provincias nos retrotrae a los tiempos de la pandemia por el Covid 19.
Así lo dispuso el Ministerio de Salud Pública (MSP) ante brotes de tosferina, fiebre amarilla y leptospirosis.
Según la Federación Médica Ecuatoriana, la coexistencia de esas tres enfermedades se conoce como sindemia.
No afectan a toda la población; pero, como no puede ser de otra manera, las autoridades de salud han reforzado las medidas de vigilancia, vacunación y control vectorial en las provincias donde se presentaron casos, algunos, graves, como ocurrió en Taisha (Morona Santiago), donde murieron ocho menores de edad, víctimas de leptospirosis, a más de otras 46 personas infectadas.
La tosferina, por el momento, ha causado la muerte de once personas, entre ellas seis menores de edad, en algunas provincias, debido al “incumplimiento del esquema de vacunación infantil”.
Según el MSP, hay cuatro casos confirmados de fiebre amarilla en Morona Santiago y Zamora Chinchipe.
Dada la alerta sanitaria, en los planteles educativos con régimen Costa, el uso de la mascarilla es obligatorio durante 60 días, no así en los de Azuay y Cañar, bajo aquel mismo calendario, en los cuales será voluntario.
El Ministerio de Salud ha reforzado la vacunación prevalente, habiendo incluso ajustado el esquema para aplicar las dosis a la niñez comprendida entre los dos y cuatro meses de nacida. El objetivo es brindar una protección más temprana.
No está por demás, pero toda la población haría bien en usar la mascarilla, con mayor razón si ingresa a centros hospitalarios y a lugares donde hay gran concentración de gente.
La prevención es parte del diario convivir, en tanto las autoridades de salud deben extremar esfuerzos para reforzar los cercos epidemiológicos.
Es reprochable el alza del valor de las mascarillas, una actitud propia de gente desnaturalizada, como ya ocurrió en tiempo de la pandemia por el Covid 19.