Líderes y dirigentes

Edgar Pesántez Torres

Una de las causas decisivas para el descalabro de las instituciones del país, ha sido la pésima calidad de los líderes y dirigentes que se han aupado en ellas. Quiero decir que ni los líderes que debieron tener la capacidad y autoridad moral para que los sigan y hagan lo que ellos querían, ni de los dirigentes que no estuvieron a la altura de dirigirlos hacia un objetivo noble, dando ejemplo en las tareas que querían emprender.

En este país cualquier criatura mediocre, pero provista de una buena dosis de audacia, en el momento menos pensado pasaron a ocupar el puesto de líderes o a dirigir una agrupación o comunidad y hasta hospedarse en los palacios ejecutivo, legislativo, judicial y otros creados al humor o malhumor de capataces de turno. Este azar –desgracia inesperada para la Patria– ha sido la causa del despeñadero al que nos han conducido los ambiciosos y arribistas.

Primero comenzaron siendo políticos improvisados, advenedizos e intrusos que a fuerza de audacia y cinismo llegaron a convertirse en líderes y dirigentes. Con el tiempo “cretinizaron” a las masas hasta alcanzar cierto grado de poder que los hizo creer que pueden manejar la Constitución, las leyes, reglamentos, artículos y normas a su capricho.

Al haberse distorsionado cínicamente los significados de líder y dirigente, brotaron estos como nenúfares en un piélago pestífero para aniquilar la respetabilidad de las instituciones democráticas y contribuir al avance de la corrupción, sin salvarse siquiera la Iglesia, las FF.AA y las universidades, que hasta hace poco fueron sostenedores de la dignidad de la Patria.

La clase política, gremial, indígena, empresarial, universitaria y otras asociaciones civiles, están conducida por falsos líderes e incompetentes dirigentes, cuestionados seriamente por su inmoralidad e incapacidad. Muchos de estos líderes y dirigentes son embusteros e ignorantes que quieren hacer prevalecer sus socaliñeros argumentos, sin ceder un milímetro sus jactanciosas pretensiones.

Igual al incidente de la Torre de Babel, que la intervención divina hizo desaparecer el lenguaje universal y hacer confundir con la multiplicación de las lenguas, ahora hemos llegado a la multiplicación de estos oráculos de la sabiduría drolática, llevándonos a una profunda crisis moral y de corrupción, hasta reducir a escombros la dignidad que nos quedaba. Entre tanto, los ladrones, que en su momento fungieron de líderes y dirigentes, miran de lejos como sus ingenuos fanáticos se prestan para ofrendar sus vidas por ellos. (O)