Sin internet no hay educación virtual

Casi 40 por ciento de los hogares de la región no tienen acceso a internet, y el porcentaje de casas con computadores es aún más bajo. Algunos países aprovechan recursos disponibles como la radio y la TV; otros, con precarios servicios públicos, no pueden hacerlo. La infraestructura básica marca diferencias estructurales.

Por CONNECTAS 

Yo hago las tareas porque mi maestra me las manda por el teléfono. Y aquí mami me ayuda, pero no es igual porque la maestra sabe más. También quisiera estar con mis compañeros».

Es lo que cuenta Beatriz, una niña de 8 años que vive en el municipio San Francisco, al sur de Maracaibo, en el estado Zulia.

Como en su casa la luz se va todas las mañanas, su mamá se enteró un mes tarde del programa estatal de televisión que se transmite a esas horas. Su señal de televisión tampoco funciona bien cuando hay luz.

Conozco casos de niños que estudian en colegios públicos que no están viendo el programa de televisión por los reiterados y largos apagones», asegura Luisa Pernalete, coordinadora en la red de escuelas Fe y Alegría.

Desde hace 46 años. Maracaibo, Barquisimeto, Mérida, San Cristóbal e incluso Caracas tienen constantes fallas de electricidad, y pueden pasar 6, 7 y 8 horas sin luz.

La precariedad del país se puede equiparar a los más pobres, como Haití y Honduras. Ya teníamos una emergencia sanitaria compleja, y ahora tenemos una crisis sobre otra, una emergencia sobre otra, indica.

Esto, lo que ha hecho es agravar lo que sucedía antes de la cuarentena. Por eso, me cuesta pensar que sea un éxito este año escolar con este trimestre a distancia, comenta.

En la región, otros países viven una situación similar, señala Elena García, especialista en temas de integración de las TIC en procesos educativos y coordinadora de Virtual Educa, programa de la Organización de Estados Americanos.

“Tenemos muchos chicos en América Latina que viven en situaciones de pobreza casi extrema. Sin los recursos básicos, sin agua potable ni electricidad, no pueden acceder a clases dadas por radio, televisión, o través de un medio digital», afirma.

Si no hay electricidad en un sitio, es muy difícil llegar a ellos dijo García para este reportaje, parte del especial #HuellasDeLaPandemia realizado de manera colaborativa por Miembros de CONNECTAS.

Tal es el caso de Venezuela, donde el Observatorio Nacional de Servicios Públicos local publicaba en junio de 2019 que solo 75 % de la población tenía acceso continuo a electricidad.

Además, el 54 % de los consultados informaba de apagones varias veces al día todos los días, una situación que se ha agravado en el último año.

Este estudio contrasta con el acceso del 100 % que reporta el gobierno de este país al Banco Mundial, y con la media de acceso a electricidad en América Latina, que es del 98 por ciento.

«Emily Sofía, de 6 años, retrata su vida escolar antes y después del cierre de las escuelas en Colombia. Refleja lo importante que era su colegio y sus amigos.»

A esto se suma que la carencia de servicios también entorpece el desempeño de los maestros.

Fausto Romeo, presidente de la Asociación de Institutos Educativos Privados de Venezuela, afirma: “La falta de luz hace que docentes tengan que esperar que llegue la electricidad para cargar el celular y comunicarse con sus alumnos”. 

Esa baja cobertura en los servicios públicos esenciales es apenas uno de los factores adversos.

La efectividad de los programas gubernamentales de educación a distancia está ligada a la conectividad y al acceso a las plataformas tradicionales.

Es así como, desde el cierre de las escuelas, la brecha digital, que se define a partir del acceso a banda ancha fija, a dispositivos tecnológicos y a los conocimientos para usarlos, también exacerba la desigualdad en América Latina y el Caribe.

En la región, 39 % de los hogares no tienen acceso a Internet, de acuerdo con un informe del Monitor Global de Educación de la Unesco, publicado en mayo del 2020.

Los niños retratan en sus dibujos cómo extrañan sus clases presenciales. Connectas

El estudio, que solo consideró a los países que decretaron el cierre nacional de sus escuelas, advierte sobre la gravedad de que más de un tercio de los estudiantes matriculados no puedan alcanzar la educación virtual.

Esto debido a que más del 60 % de las alternativas nacionales de aprendizaje a distancia (de todo el mundo) dependen exclusivamente de plataformas en línea.

“Estos estudiantes, la mayoría de las veces de hogares rurales o de bajos ingresos, están excluidos de facto de las alternativas nacionales de aprendizaje en línea durante los períodos de confinamiento”, señala la publicación.

En América Latina y el Caribe, de acuerdo con la Unión Internacional de Telecomunicaciones, la suscripción de banda ancha fija es de alrededor del 14 %. La media del acceso a computadores es del 35 %.

La situación es tan grave en las escuelas como en los hogares. Un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, alerta sobre los efectos económicos y sociales de la covid-19.

Afirma que las instituciones educativas carecen de la infraestructura de tecnologías digitales necesaria, y esto acarrea que los procesos de enseñanza y aprendizaje a distancia no estén garantizados o sean más lentos.

Sofía, una niña colombiana de 6 años, habitante de un municipio turístico en el centro del país, está contenta quedándose en la casa.

Los niños también retratan el estado actual de su educación. Connectas

“Juego mucho, dibujo la luna, las estrellas y las casas para la clase de Sociales y estudio a cualquier hora”, comenta.

Como en el pueblo muchos niños no tienen Internet y la mayoría de los profesores no estaban preparados, no hay eduación virtual. A cambio, cada 15 días recibe las guías de lo que debe hacer en cada asignatura.

“Ella debe estudiar tres materias por día. En la escuela le descargan las guías en una tablet que me prestó el rector del colegio donde soy profesora, hace las tareas en el cuaderno, les tomamos una foto y las devolvemos”, cuenta Rosa, su abuela.

La maestra relata que la situación es igual en primaria y bachillerato: “A los que tienen celular, les mandamos las tareas por ahí», dice.

A los demás hay que darles guías impresas que los papás recogen en el colegio, o si están en las veredas, se las enviamos en los camiones que recogen la leche o con policías patrulleros.

Las únicas clases virtuales las da el profesor de matemáticas, que es ingeniero, pero son para unos pocos alumnos que pueden conectarse a una plataforma digital; a los demás, les manda las guías.

Sofía tiene suerte: como la abuela es amiga de una de sus profesoras, a veces docente y alumna hablan por teléfono, aunque no se ha visto desde que comenzó la cuarentena.

No ocurre igual con muchos compañeritos que en cuatro meses no han tenido contacto directo con sus educadores.

La brecha digital es crítica

Diana Hincapié, economista de la División de Educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), tiene una explicación para situaciones como la descrita.

“La conectividad en la región es muy baja, especialmente para los estudiantes más vulnerables. La interacción con la escuela ha sido en algunos casos imposible», afirma.

Apenas el 40 % de las escuelas primarias tiene acceso a Internet, y las diferencias son muy altas en comparación con zonas rurales, donde puede ser del 20 %, en contraste con urbanas, que pueden alcanzar el 60 %.

Cuba es un ejemplo de esto. De acuerdo con Freedom House, una organización civil dedicada a la defensa de la democracia y los derechos humanos, hasta diciembre de 2019, solo 67.000 hogares tenían conexiones legales a Internet.

Según datos de la UIT, este grupo representa solo el 28 %. En el país, el acceso público a este servicio fue aprobado apenas en 2013.

La economista explica también que la falta de conectividad a Internet del 39 % de hogares latinoamericanos, las diferencias de oportunidades de acceso a computadoras y la poca estimulación en los hogares de niños vulnerables darán origen a grupos escolares con condiciones académicas muy variadas.

“Lo más triste es que vamos a ver unas brechas que se van a agrandar. No sabemos cuál va a ser la magnitud (de la brecha), pero sabemos que aumentará”, indica.

Un factor que podría favorecer las clases no presenciales en América Latina y el Caribe es el acceso a teléfonos móviles, que supera el 85 %.

No obstante, el entorno del niño, vital en la efectividad de la educación remota, es otro aspecto que juega en contra en la región, señala Elena García, especialista de Virtual Educa.

“Imaginemos a un chico que tiene un dispositivo y una conectividad razonable, vive con su familia y tiene una habitación individual, y comparémoslo con uno que tiene computadora, conectividad, pero su contexto es una habitación muy sencilla que comparte con sus papás y tres hermanos.» aduce

Evidentemente, el entorno no es el mismo, y ese entorno es fundamental para que se puedan dar situaciones de aprendizaje, explica.

La brecha de habilidades digitales se puede resolver rápidamente, con una política organizada, pensada y planificada.

Echando mano de la radio y la TV

En marzo de 2020, cuando se inició el cierre de escuelas por la pandemia, Bernt Aasen, director Regional de Unicef, advertía sobre los riesgos que representaba para la niñez la interrupción de clases.

Invitaba al uso de otras herramientas no digitales para paliar la desconexión. “Si el cierre de la escuela se extiende aún más, existe un gran riesgo de que los niños se retrasen en su aprendizaje», indicó.

Países como Perú, conscientes de esta situación, han hecho uso de medios tradicionales para mejorar el alcance de la educación remota de emergencia.

Allí, según la Unión Internacional de Telecomunicaciones, solo 29,8 % de los hogares tienen acceso a Internet, uno de los porcentajes más bajos de la región.

Por debajo están Cuba con 28,2 %; Paraguay con 24,4 %, El Salvador, con el 17,1 %, Bolivia con 16,2 % y Haití con apenas el 7 %.

Autoretrato de una alumna de clases virtuales.

Para contrarrestar la falta de conectividad, el gobierno peruano puso en marcha el programa Aprendo en Casa, que ha sido evaluado positivamente en publicaciones del Blog Mundial de Educación de la Unesco.

Este es un proyecto de enseñanza no presencial creado por el Ministerio de Educación local, que tiene el apoyo de las empresas de radio y televisión nacional y las compañías celulares para eximir el consumo de datos móviles. 

Ashley tiene 10 años y vive en Lima. Para ella, aunque las clases digitales y por televisión son útiles, echa de menos el salón de clases.

“Aprendo más a través de la pantalla, pero no me gusta que no puedo ver a mis amigos. Extraño comunicarnos en persona”, comenta.

La estructura de la iniciativa peruana contrasta con la planificación de otros programas de naturaleza similar en Latinoamérica, como Colombia.

No hay duda de que la televisión y la radio son una opción para mitigar el impacto del cierre de las clases presenciales.

Pero también es un hueco adicional en la brecha de la desigualdad porque los niños que tienen que basar en ellas su aprendizaje no están desarrollando sus habilidades digitales, tan necesarias en el mundo actual.