Terror

Aurelio Maldonado Aguilar

Ayudados por cámaras de seguridad indispensables en calles y negocios, nos enteramos del accionar de aviesos delincuentes que, con pasmosa parsimonia ingresan con pistola y cuchillo en mano y van desbalijando a todos los infelices ciudadanos que el destino puso en los lugares atracados. Muchas son las razones de creciente ola de criminalidad. Narco crímenes, sicariatos, vendettas, bandas y zonas de poder, contrabandos, femicidios, la pandemia y la depauperación económica aparejada que empuja al delito a mano armada como única solución para sobrevivir, la migración forzosa de miles, producto de la infame narcodictadura Chavomadurista, llena esquinas y semáforos de mendigos que muchos se ven mezclados con el hampa en poco tiempo. Existen muchas razones, más tenemos las propias de nuestro sistema político corrupto que constituye aula insólita para aprender a delinquir en grande con impunidad verdadera. Una asamblea desprestigiada donde más de 60 de sus miembros están siendo investigados por corruptos y delincuentes, en interminable audiencia y votación, destituye a Romo; unos indicando que se arrogó funciones y que usó lacrimógenas caducadas para contener angelitos que podían enfermarse con ellas y otros la destituyen asegurando que manejó con mano blanda el vandalismo más execrable de turbas asalariadas y criminales que asolaron e incendiaron el país y les permitió hacer lo que quisieron en contra del pueblo y ciudades indefensas. Como entenderles a los honorables padres de la patria, que más que dignos personajes son turba de delincuentes y mañosos que solo ven su bienestar y bolsillo, con excepciones honrosas, claro, que destituyen una mujer -sin ser de mi devoción por otros aspectos- que lucho y con mucho tino logró evitar el inminente derrocamiento del gobierno, cosa planificada por verdes rateros. Hoy la castigan mientras que facinerosos que dirigieron la asonada, se ríen en total impunidad, pues a pesar de todos sus desmanes incendiarios de contraloría y otros edificios, destrucción de bienes públicos y patrimoniales y además secuestros, irrespetos y agresiones a ciudadanía, policías, militares periodistas, quedan libres y como simples acciones de muchachitos caprichosos. Se viene algo grave en nuestro país, pues gente correcta y ciudadanos honestos y trabajadores, no podemos continuar con estas actitudes políticas de atropello que fomentan el crimen. Ojalá no sean necesarias balas mortales caducadas en un futuro cercano. (O)