La materia prima del periodismo

Hernán Abad Rodas

A las palabras no siempre se las lleva el viento, dejan huella, tienen poder, e influyen positiva o negativamente; curan o hieren a los seres humanos. Con razón los filósofos griegos decían que la palabra era divina,

Creo que de las palabras depende muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra; las palabras tienen mucha fuerza, con ellas podemos destruir, lo que hemos tardado mucho tiempo en construir.

La materia prima del periodismo es la palabra, los relatos, la gente, por esos es una profesión delicada, peligrosa, y no siempre bien remunerada.

El auge de las redes sociales confunde y hace pensar que cualquiera puede ser periodista, reduciendo el periodismo a grabar con el celular y exponer el contenido en el internet.

Sin embargo, el ser periodista va mucho más allá. El periodismo exige investigación, buena redacción, excelente ortografía, valentía y sobretodo empatía porque debemos trasmitir las emociones de la gente.

No me imagino un periodista escribiendo una crónica sin antes haberse internado en el lugar, compartido con la comunidad y no haber hecho propias las injusticias que viven los ciudadanos.

En verdad, el mundo nos ha dado grandes periodistas que luego se convirtieron en escritores de fama y reconocimiento universal, como Gabriel García Márquez, Oriana Fallaci, César Burgos entre otros. Y también nos dio a Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra, periodistas que fueron asesinados ejerciendo esta apasionante labor.

El periodismo siempre ha sido un oficio peligroso y temerario, pero su labor es esencial para la consolidación de un Estado de derecho.

Así como sobrevivió a la década de la corrupción y el autoritarismo, estoy seguro que el periodismo honesto e independiente, sobrevivirá también a la remoción de los escombros y al descubrimiento de los grandes tesoros ocultos del “socialismo del siglo XXI”, cuyos secretos los guarda en el ático belga el Mesías Tropical y la banda de sus fieles apóstoles.

La palabra que esclarece, que reta, que convoca, que provoca el debate y la reflexión, revitaliza la vida pública y vigoriza la democracia. Esa palabra en libertad debe ser celebrada, Pero la palabra utilizada para descalificar, para herir, para insultar, provoca violencia. (O)