Día Mundial de la Educación  

Hugo Lucero Luzuriaga

La Organización de Naciones Unidas designó al 24 de enero como el “Día Mundial de la Educación”, fecha que debe llamar a la reflexión, cuando más, en tiempo de pandemia. Nuestro país, además de la crisis sanitaria y económica adolece de una preocupante crisis en el campo educativo que desnuda la realidad de pueblo pobre en vías de desarrollo con gobiernos que descuidaron la atención de la educación en función de intereses politiqueros.

La pandemia muestra las incongruencias del pasado al contrastar las publicitadas escuelas del milenio con el crítico nivel de educación de niños y jóvenes, particularmente de los últimos que literalmente sufrieron un retroceso al ser sorprendidos inmersos en un mundo desconocido, la educación a distancia.

La realidad educativa, “on line”, es preocupante sobre todo en zonas rurales con graves problemas de conectividad, un alto porcentaje con carencia de acceso al internet, mala calidad de conexión, no disponer de dispositivos como computadoras  o teléfonos celulares, desconocimiento tecnológico de los padres de familia, inexperiencia docente en el manejo del mundo virtual con escasa capacitación de los profesores y lo que no se lo visibiliza: las pésimas condiciones del espacio de estudio en los hogares como consecuencia de la pobreza o indigencia, largo confinamiento y la presencia de violencia doméstica contra niños y adolescentes. Una lúgubre realidad que erróneamente los candidatos a Presidente, siguen pensando y argumentado que el problema se resuelve con ofrecer laptops, celulares, o financiando el internet a los pobres.

La educación debe ser afrontada en forma holística, en un país que requiere de acciones concretas y positivas que marquen el despegue hacia un futuro menos aciago para los ecuatorianos; caso contrario, estaremos ahondando la brecha entre pobres y ricos, zonas urbanas y rurales y educación pública y privada.  En este Día Mundial de la Educación todos debemos sumar, porque “un país sin educación es un país sin futuro”, y como dicen y creen algunitos: “un país más fácil de gobernar” (O)