Testimonio: gracias por mi hijo

Edgar Salvador Pesántez Torres

OPINIÓN | Hace poco, un joven galeno me testimoniaba el mensaje recibido por su amigo, cuando recién cursaba el primer año de carrera. Su compañero le había pedido que intervenga ante su mamá médica para que le resolviera una grave situación por la que atravesaba. El problema era que su enamorada se encontraba embarazada y habían acordado interrumpir el producto. Atónito por el pedido, llegó a consultar a progenitora y logró que la pareja acudiera al despacho. Después de mucho tiempo de conversación, el par salió del despacho, cabizbajos y meditabundos. La profesional los había convencido sobre la grandeza de la vida y que el ser padres es la única profesión en la que primero se otorga el título y, luego, se cursa la carrera. Finalmente, resolvieron preservar al fruto y ahora son felices con el hijo, así que sus vidas hayan tomado rumbos diferentes.  Transcribo el mensaje, trocando nombres y corrigiendo errores de forma.

“¡Qué tal Carlos! ¡Cómo estás? Oye hermanito, quería pedirte que des a tu mami un millón de gracias. Nunca tuve la oportunidad de reconocerle por ese bendito día que recibimos sus sabios consejos y llegamos a abandonamos la idea de matar a nuestro hijo. Han pasado varios años, pero no olvido esa fecha memorable que me llevaste al consultorio de tu mami, quien tuvo la paciencia de hablar mucho tiempo y orientarnos sobre el horror que queríamos hacer con el niño del vientre de mi novia. Hoy le doy gracias a Dios que interpuso un ángel en nuestro camino para iluminarnos y llegar a nuestras conciencias para no cometer un crimen. Esto ñaño quería decirte: agradecer a Dios y a tu mami y a ti también que nos condujiste al desenlace correcto. Que Dios les bendiga amigo. Muchas gracias de corazón a tu familia y a ti. Son una familia bendecida. Un abrazo amigo. Atte. Cristopher”.

Es el primer niño que salvó Carlos y es prólogo a su profesión por la salud y la vida. Ahora que los defensores del aborto procuran ocultar el asesinato con eufemismos, tales como, “interrupción voluntaria del embarazo”, “derecho a la salud reproductiva”, “derecho a decidir”, etc., no se puede ocultar el hecho de que el aborto es un infanticidio. Al concluir con este testimonio, reafirmo el valor absoluto de la persona, base suficiente para fundamentar la dignidad y vida ética del hombre desde su concepción. (O)