Refugios de la pandemia (12)

Jorge Dávila Vázquez

RINCÓN DE CULTURA

Siguiendo con el tema de la obra de Carlos Carrión, empiezo por aclarar que, en la entrega anterior, usé la expresión latina “deus ex machina”, que en la tragedia clásica se refiere a un mecanismo, solución última del drama, al hacer alusión a una pistola que va y viene en la novela, y lo aclaro, porque algunos me han embromado que estoy utilizando latinajos como ciertos “eruditos” conocidos entre nosotros. Era imprescindible, creo.

Y ahora continuemos con un aspecto fundamental del trabajo creativo de nuestro autor: la construcción de PERSONAJES.

Rolando es el protagonista absoluto, y el lector lo va descifrando según la sabia dosificación del autor, a medida que se desarrolla la trama: amoroso, dulce, entregado, capaz de sacrificarse, pero también obsesivo, del tipo de personas que giran en torno a una idea y que nada ni nadie puede desviarles de su curso.

Tatiana, confiada en el poder de su belleza, inescrupulosa, avanza por la vida, y aunque puede tener algún tropiezo, sabe que el ser hermosa la ayudará a vencer, caiga quien caiga. Casi no ama a nadie, si no es como una forma de reconocimiento de su hermosura y de la irradiación de esta. Por eso, tener cerca a su hija es, simplemente, demostrar ante el mundo el notable dominio de sus cualidades, y exhibir su poderío.

Clarita es un ser absolutamente inocente, ama a su padre, sí, pero se adhiere la fuerza que la manipula, sea la de Terelú o la de su madre, sobre todo, aunque ha experimentado los dolores causados por ella, porque teme perderla, por eso incluso se aleja del progenitor.

Terelú es el prototipo del amor absorbente, no puede ni siquiera pensar en que Rolando sienta amor ideal, peor afición por alguien, la celopatía destruye la relación con él y echa a perder sus bondades con Clarita.

Loli es un personaje secundario. No llega a establecer una verdadera relación personalizada con Rolando, y sin embargo es la que realiza la peligrosa manipulación final, quizás de modo inocente.

El hermano y la cuñada son también secundarios, apoyan en algunos momentos el desarrollo de la acción, incluso empujan, por ejemplo, el viaje de Rolando y su instalación clandestina de odontólogo, pero están más bien en segundo plano en el desarrollo de la acción. (O)