“La Mariposa y el Alfiler”

Eliécer Cárdenas E.

“La Mariposa y el Alfiler” es la nueva novela del joven escritor cuencano Carlos Vásconez, editada por Grado Cero Editores. Vásconez es autor de varias novelas y cuentos, algunos de los cuales han merecido distinciones y críticas del respectivo sector especializado, así como el favor del público, en especial de los jóvenes.

La destacada escritora argentina Luisa Valenzuela, señala en la contratapa de la obra: “La Mariposa y el Alfiler” consigue algo que se extrañaba en la literatura actual: mientras avanza, modifica el pasado”. En efecto la nueva novela del autor cuencano, va revelando mientras se desarrolla la acción de los personajes, una serie de facetas y circunstancias que iluminan el conjunto de la narración, escrita en una técnica impecable que muestran que el autor está alcanzando la madurez en su escritura, aunque por cierto persisten en la obra algunas deficiencias como cierto gratuito enrevesamiento, que no hace favor a las obras, por otro lado dueñas de grandes virtudes que hacen de Vásconez uno de los escritores de narrativa más responsables con su obra en el conjunto de los actuales autores ecuatorianos.

La historia arranca con los achaques de Ortega, un anciano con una enfermedad terminal, y su hija Claudia. La narración transcurre a través de una serie de personajes, algunos de ellos caricaturescos, como Augusto Zapata, Tadeo Ortíz, Isidro, y otros, en escenarios como Terraincógnita, el hotel Péricord, por donde transita un curioso personaje entre kafkiano y surrealista, el llamado “Vendedor de Nombres”, u Oscar Librero. La obra tiene ribetes de humor en algunos tramos, y hasta de una comicidad quizá involuntaria cuando uno de los personajes señala: “¿Sabes por qué los hombres escriben?, porque la mayor parte de su simiente nace muerta. Esta es solo una réplica, una manera de revivir todos sus espermatozoides”.

Dentro de la nueva literatura ecuatoriana, la escritura de Carlos Vásconez, resulta sin duda la más regular y constante, con por lo menos un libro al año en una producción que no ha cesado desde su primera obra narrativa. Un flaubertiano ejemplo de vocación por la palabra y el empeño por trabajar el lenguaje con empecinamiento y dedicación ejemplares. (O)