Crisis energética mundial

Gonzalo Clavijo Campos

Nunca antes el costo de la energía había subido tanto y tan rápido. El precio de la gasolina en Estados Unidos aumentó más de 50% durante el último año. El gas natural en Europa se disparó de manera asombrosa, casi 500%, durante el mismo período. En el este de Asia, el costo del gas natural se incrementó en un 85% desde principios de septiembre, alcanzando US$ 204 por barril en términos de petróleo. El precio del crudo Brent, la referencia mundial, superará los US$ 100 por barril en invierno.

Esta crisis energética mundial preocupa a los bancos centrales y a los inversores. El aumento de los precios de la energía está afectando el orden financiero, incremento de la inflación que ya era una de las principales inquietudes en un momento en que la economía mundial intenta sacudirse de los efectos persistentes del Covid-19.

La crisis tiene su origen por la mayor demanda de energía a medida que se consolida la recuperación económica de la pandemia, pues se trata de producir más, pero el clima no ha sido el mejor aliado, con un invierno inusualmente largo y frío a principios de este año que agotó las reservas de gas natural en Europa que ha impedido el proceso de reabastecimiento, que suele producirse durante la primavera y el verano.

En estas circunstancias la presión sobre los gobiernos para que aceleren la transición de hidrocarburos hacia energía más limpia es cada vez mayor, y más aún luego de la importante cumbre sobre el cambio climático COP26 desarrollada en Glasgow-Escocia.

Pero “no hay mal que por bien no venga”, entre la escasez y encarecimiento de los combustibles de origen fósil y el nocivo efecto contaminante de estos, amén de la enorme dependencia con respecto a los mismos, está terminado por imponerse, por fuerza de las circunstancias, la necesidad de ahorrar la energía, de su uso racional y eficiente, el uso de energías alternativas, preferiblemente energía renovable y limpia como la hidroelectricidad, la eólica y la solar fotovoltaica. (O)