En sus marcas…

Tito Astudillo Sarmiento

El discurso maniqueísta vacío de contenidos que se abroga por exacerbación de las contradicciones y, basando en la lucha de clases, la representación de un pueblo que no conoce ni entiende, pero seduce desde el lugar común y la oferta demagógica, vacía de contenidos, vacía de realidades.

Pero, más allá del maniqueísmo, la demagogia y la manipulación; más allá del caudillismo, paternalismo y clientelismo, más allá del populismo que describe nuestra cultura reciente de relaciones políticas, la democracia es un proceso de evolución que camina sobre la experiencia en busca de nuevos procesos, de nuevos contenidos, de nuevos liderazgos.

Así, entre el conocimiento intuitivo y el conocimiento lógico, caminando de la experiencia a la teoría, de lo particular a lo universal, de las imágenes a los conceptos; observar, entender, conceptualizar, incorporar y representar, ni la calle sin las letras, ni las letras en abstracción de la calle, el nuevo liderazgo debe dar cuenta de un modelo de conexión diferente, un modelo de conexión que exprese y combine identidad con propuesta, un modelo que no se base en tensar las contradicciones sino en tender conciliaciones, un liderazgo que vincule objetivos con estrategias y compromisos.

Caminamos hacia un proceso electoral que, envuelto en más dudas que certezas, nos convoca desde la necesidad de la renovación de los propósitos, los procesos y, sobre todo los liderazgos.

A las puertas de la postpandemia, desde el margen mismo de los límites de nuestro sistema “infinito” el nuevo reto, que se teje desde lo micro para reproducir en lo macro, será levantar un nuevo tejido social que sea de manera simultánea más justo, más equitativo y menos descartable; una economía utilitaria al objetivo y un objetivo que marque el horizonte de lo humano, sostenible y sustentable. (O)