Ambiente y salud

Hernán Abad Rodas

El deterioro del ambiente se produjo principalmente por el uso indiscriminado y abusivo de los recursos naturales y de la energía. Esta situación está en relación con el desarrollo industrial producto del avance científico y tecnológico, y es también una respuesta al crecimiento geométrico de la población urbana.

En las grandes ciudades hay contaminación del aire, del suelo y del agua. En las áreas rurales se abusa de los recursos renovables. Hay cambios en el suelo y en el agua, pérdida de la biodiversidad, deforestación y sobreexplotación de especies comerciales terrestres y acuáticas.

La actividad humana en el planeta ha aumentado la emisión de gases (principalmente el CO2) que produce el efecto invernadero, la reducción de la capa de ozono, aumenta la radiación ultravioleta todo lo cual constituye el Cambio Global que amenaza la supervivencia de la biosfera.

El cambio global del clima afecta directa e indirectamente a la salud humana. A la eventual disminución de la disponibilidad de agua y de alimentos, hay que agregar los efectos del aumento de la temperatura sobre los patrones de enfermedad, especialmente las causadas por vectores y agentes trasmisibles y las enfermedades respiratorias, en las cuales se ha evidenciado un aumento del asma bronquial, bronquitis, neumonías etc.

Las actividades iniciadas en pro de una mejor calidad de vida material conducen a menudo a resultados indeseados. A fin de evitar las consecuencias negativas de las actividades humanas sobre la sustentabilidad de la biosfera, se requiere mejorar el conocimiento sobre el funcionamiento de los sistemas ecológicos y sus procesos en los ambientes naturales y transformados.

Son numerosos los factores que contribuyen a la aparición de enfermedades infecciosas emergentes o reemergentes, entre ellas la evolución de organismos existentes, la propagación de enfermedades ya conocidas a las nuevas poblaciones, el vivir o trabajar en áreas sometidas a cambios ecológicos.

Considero que una actitud religiosa frente a la vida humana y a su medio ambiente, nos orientará para reconocer de nuevo, así como lo reconocían nuestros antepasados, de que, a pesar de su excepcional poder, el hombre es una parte de la naturaleza, y que debe coexistir con el resto de ella, si desea sobrevivir.

Para que la existencia del ser humano continúe, el hombre debe comprender que su conducta influye en la armonía de la naturaleza, y por eso debe regular rigurosamente toda acción que pudiera tener efectos adversos.

Las acciones necesarias, para anular las consecuencias perniciosas del poder humano, deben ser acciones de orden ético, y no sólo legales. (O)