El fruto prohibido

El mito bíblico del Génesis nos muestra a Eva, con incontenible curiosidad, comiendo la manzana, única prohibición para permaneces en el Edén y la consiguiente expulsión a este mundo “lleno de penalidades”. A lo largo de la historia se han dado situaciones similares, una de ellas la ley seca de Estados Unidos que prohibió el tráfico y consumo de bebidas alcohólicas con resultados como, la aparición de las mafias que, sin Dios ni ley, no tienen inconveniente en asesinar a quienes de alguna manera contravienen sus malévolas leyes del juego. El alcohol fue el fruto prohibido al consumirlo como medio de celebración, lo que no está mal siempre que, como en muchas cosas, no se haga con exceso.

En nuestros días abundan las noticias de este tipo de “ejecuciones” en el espacio del narcotráfico. Al declarar, como en este caso, las drogas alucinógenas fruto prohibido en el hemisferio occidental, se incrementa la demanda de consumo y las mafias de narcotraficantes han desarrollado enorme poder creando fortunas con cifras ininteligibles para los ciudadanos comunes. No vamos a analizar en este comentario la conveniencia o inconveniencia de mantener esta prohibición. Se trata de hechos consumados que han demostrado la impotencia de los Estados para combatir exitosamente a esta partida de mafiosos.

En economía se habla de la relación producto, demanda y mercado. Los grandes consumidores están en los países altamente desarrollados y los productores y traficantes en los subdesarrollados que también prohíben estas drogas; lo que ocurre es que en estos segundos es más fácil y “barato” contravenir estas normas. Las víctimas de los asesinatos que comentamos, no son los consumidores, sino personas inmersas en este millonario tráfico que han contravenido “normas” de las mafias que, con frecuencia, entre ellas hay rivalidades al estilo de las que creo Al Capone que se ha ganado un puesto imborrable en la historia de la perversidad humana.