Sí, era importante

Andrés Ugalde

Una palmada sobre el hombro, inesperada. “¡Hola pana como estás!” y sin darme tiempo de reacción, retira la silla y se sienta al frente. Zapatos de montaña, bufanda de lana y un par de ojos marrón que transmitían una alarma difícil de ignorar. Le digo que estoy bien, y le pido por señas un café. 

“¿Escribiendo algo?” No respondo. La computadora abierta junto al café, el encendedor y el cenicero, deberían responder por mí. “¡Disculpa la interrupción, pero es que es importante!”.  Se ocurre decirle que tal vez lo que yo estaba haciendo también era importante, que tal vez me encontraba a medio camino de lograr una pieza literaria capaz de incidir en el rumbo de la sociedad. Un mínimo de honestidad me impide indignarme. La verdad es que estaba batallando por darle forma a un par de ideas, nada más. Le digo que no importa.

“¿Sabes? la cosa se está poniendo brava allá arriba?”. Y señala, a través de la ventana del café, los lejanos cerros. Voy tomando interés. Le digo que me cuente más.  “Ustedes acá no lo saben, pero allá arriba la cosa de la mina va en serio”. Y me dice que los campamentos ya están montándose. Que son gente peligrosa, con mucha plata. Que,si no hacemos algo, pronto, vamos a matar el páramo. O vamos a dejarlo morir, que es igual.

Y luego pregunta “Ustedes… ¿no fueron ustedes los de consulta popular?”. Y deja la pregunta flotando en el aire. Le quiero responder que sí. Que la batalla es larga, que hay plata de por medio, que el gobierno nacional nos apuñaló por la espalda y sigue adelante con la agenda minera. Pero no le digo nada. Hago acto de contrición, asiento y le doy la razón. “Si, fuimos nosotros” le digo. 

No dice nada más y se regresa buscando al mesero. Le digo que no, que yo invito el café. Le estrecho la mano. Le digo que le agradezco la interrupción. Le digo que sí, que lo que tenía que contarme era importante. ¡Muy importante! “Carajo…” me quedo pensando cuando se marcha. “¡Carajo!… tenemos que hacer algo…”.