Ojalá resucite la dignidad

Gerardo Maldonado Zeas

Jorge Glas regresó a su casa en la vía a la costa, luego de una ultra rápida acción para liberarlo, mediante la cual el juez parroquiano de Manglaralto Javier Moscoso Cedeño le concedió un inédito Habeas Corpus, teniendo dos sentencias ejecutoriadas de la Corte Nacional de Justicia por delitos contra el Estado. El ojo estratégico del equipo de abogados ubicó, precisamente, un lugar a más de 500 kilómetros de la cárcel de Latacunga, en donde de manera tan coincidente existe un juez multicompetente con un pasado de apego a la Revolución Ciudadana. El arduo trabajo de la Fiscalía y las sentencias de jueces probos, echados al tacho, entre gallos de medianoche y las sombras del amanecer. Catorce años de prisión, varios procesos en camino, y más de treinta millones de dólares de reparación, deberán esperar, en Derecho, para que se ratifique lo actuado…o se confirme su olvido.

En las redes sociales, ya circuló mucho antes de la mañana del sábado anterior lo que sucedería. Y como decía el célebre moralista francés Nicolás Chamfort, la gente honrada ya “estaba tan triste como si lo supiera todo”. Otra vez, algunos elementos “truchos” de la justicia, hacían de las suyas. Argumentos tan pueriles como grotescos para la inteligencia: desde el supuesto desconocimiento de su paradero; los demonios de la noche, que sólo Glas “padece” y paradójicamente así entiende el juez, segregando al resto de condenados a sobrevivir en su propio infierno. La ausencia en la audiencia del director del SNAI, y sus silenciosos representantes, como si quisieran entenderse entre mudos y ciegos. Imposible de creer.

Una salida de lujo; terno oscuro, zapatos de cuero, gafas de marca, aretes a lo Cristiano Ronaldo; dio la impresión de que pocas horas antes estuvo en un SPA al cual acceden las estrellas del jet set. El recibimiento de algunos “panas”, entre ellos varios asambleístas, banderas, al menos una venezolana. El traslado en caravana hasta Guayaquil, en donde en un mini coliseo de las afueras, le esperaban un grupúsculo de fanáticos obsecuentes y desinformados. La presidenta del correismo desde México organizando todo.

A pesar de haberse impugnado este acto, un pueblo absorto, dolido por la infamia, hace elucubraciones de todo tipo. Ojalá entre este sábado de gloria, y los próximos días, se termine la felicidad de unos pocos amantes de la impunidad y resucite la dignidad. (O)