Los hermanos Vizñay-Loja llevan el rodeo en su sangre

Viven por y para el rodeo. Es lo que les caracteriza a los hermanos Edgar, Edwin y Adrián Vizñay Loja quienes comparten la misma pasión de montar un toro. La adrenalina y el miedo no desaparece cuando están en el ruedo; sin embargo, mantenerse sobre el animal ocho segundos es el objetivo en cada competencia.

Este equipo de vaqueros son reconocidos en diferentes espacios del país, incluso su talento ha traspasado fronteras, ya que participantes de la Professional Bull Riders (PBR), han sido testigos de su talento en esta disciplina extrema. Los tres hermanos coinciden que la perseverancia y la humildad son los factores más importantes para estar en un sitial protagónico en la monta de toros; no obstante, insisten que vivir de este deporte no es posible en Ecuador, es por eso que buscan la oportunidad perfecta para abrirse un espacio en otras latitudes, entre ellas: Brasil, Guatemala o Estados Unidos.

El ejemplo y guía de esta familia es Edgar, el mayor de la tripleta Vizñay-Loja. El vaquero, de 29 años, recuerda claramente que esta pasión nació gracias a su padre César, quien desde temprana edad ya le inculcaba la relación con los animales en su ciudad natal, Chunchi; de igual manera su madre Rosa Loja.

“Me acuerdo que con mi hermano Edwin, desde los 13 años, ya nos arriesgábamos a montar, desde entonces nos gustó y convertimos el rodeo en una pasión. Esto es algo que lo llevamos en la sangre, a pesar de las lesiones, estamos ahí”, cuenta entre risas, el oriundo de la provincia de Chimborazo.

Edgar, base fundamental de su familia, comenta que su primera monta competitiva fue en el 2010 en el Campeonato Nacional Ford Quito Motors, en donde puso en práctica sus entrenamientos para ubicarse entre los mejores a nivel nacional. Desde entonces, su historial en el rodeo ha crecido, para convertirse en el referente de sus hermanos.

Para el valiente vaquero, el miedo siempre está antes de cada prueba, pero se encomienda en Dios y le pide que le saque ‘entero y sin lesiones. “Un toro pesa cerca de 1.100 libras. Lo primero que hacemos para montar es ver la cabeza del animal, eso nos ayuda para saber a dónde va girar. Para salir adelante en esto hay que ser perseverantes, eso les inculco a mis ñaños; si hay una caída, hay que saber levantarse e intentar de nuevo…”.

A pesar de que dedica algunas horas a esta actividad extrema, Edgar también es un experto en domar caballos y del herraje de estos animales; estos oficios le ayudan económicamente para mantener a su familia. Además, los fines de semana trabaja en Diario El Mercurio. “Yo como vaquero me siento orgulloso, es mi ambiente y mi gusto. Tal es la pasión del rodeo, que mi hijo Maximiliano (2 años) siempre está pendiente de este deporte”, recuerda el jinete.

Destreza y experiencia

Edwin (27 años), es reconocido por su destreza y fortaleza cuando monta un toro. Sus inicios se asemejan a los de su hermano Edgar, ya que juntos comenzaron con esta disciplina en la familia.

El experimentado jinete cuenta con alegría que todo se fue dando con el pasar de los años, pero su prioridad siempre fue mejorar su técnica a través de cursos y clínicas, hasta ubicarse entre los mejores a nivel nacional.

“Mi primera prueba competitiva fue a los 14 años. Desde muy pequeño estoy en esto con mis hermanos, esto nos llena de vida. No hay como decir que no tenemos miedo, tenemos que controlar el nerviosismo y concentrarnos antes de cada monta. También soy nacido en Chunchi, pero llevamos tanto tiempo en Cuenca, que ya me siento como uno más de esta ciudad”, comenta el vaquero, quien se define con un estilo fuerte y técnico.

El segundo hermano de este equipo cuenta que antes de cada salida al ruedo revisa el braguero, respira y se persigna “el objetivo es de mantenerse ocho segundos sobre el lomo del toro. Siempre nos han dicho que debemos tener una mente ganadora”.

Ser protagonista en otro país, es uno de los objetivos de Edwin. En mayo del 2021, viajó hasta Sao Paulo, Brasil, en donde se ubica el rancho del jinete Adrián Morales, protagonista de la PRB. Allí mejoró su técnica y aprovechó para captar los consejos de este profesional en esta disciplina. De igual manera, gracias a su constancia fue uno de los mejores en la Clínica dictada, en Cuenca, por el campeón mexicano en la PBR, Eliezer Vital.

“Hay que seguir aprendiendo de los mejores, tenemos un sueño con mis hermanos de brillar fuera de Ecuador; aveces el tema económico influye pero estamos trabajando para eso. A más de practicar el rodeo, laboro en las noches en el área de Prensa en Diario El Mercurio, en el día tengo un poco de tiempo para prepararme física y técnicamente”, acotó.

Sigue la tradición

Adrián Vizñay, de 21 años, es el último de los hermanos que se involucró en el rodeo. De niño no le gustaba este deporte, pero con el tiempo esta actividad se volvió una rutina en su vida.El joven jinete se considera un apasionado a esta disciplina, es por eso que no escatima esfuerzos para seguir en el camino para ser el mejor.

“Todo lo he aprendido de mis hermanos, gracias a ellos tengo este gusto y es lo que llena en mi vida. Mi primer rodeo fue cuando tenía 15 años, en Nabón; eso nunca se olvida. En aquella ocasión solo aguante seis saltos, desde entonces nació todo. Mi monta más dura fue con uno de los ejemplares de los hermanos Saldaña”, detalla.

Gracias a su constancia y preparación ha recibido los consejos de los mejores del rodeo a nivel mundial, es por eso que considera un viaje al extranjero para mostrar su talento y dejar en alto al país. “Eliezer en su curso me dijo que estoy listo para competir en otros países”.

“Mi estilo es muy parecido al de mi hermano Edwin; él es mi guía. A los 17 años me rompí el codo, pero eso me ayudó a corregir algunos errores. Ahora tengo más experiencia y buscaré cumplir mis metas”, asevera el menor de los Vizñay-Loja.

Su preparación siempre se basa en mejorar su técnica -brazo en L y trabajos de sombra- también prioriza el tema físico, para ello entrena Crossfit todas la noches. En la mañana y tarde, labora en el área de Bodega en Diario El Mercurio.