Carestía de útiles escolares

Cuando miles de estudiantes del régimen Sierra se aprestan a iniciar el año lectivo 2022-2023 los padres de familia se topan con dificultades económicas.

Las listas básicas de útiles escolares entregadas por el Ministerio de Educación cuestan más. En algunos casos han subido hasta en un 20 % y 25 %.

El alza es más evidente en libros, cuadernos y hojas. La materia prima, por lo general viene del exterior, cuyos fletes experimentan similar situación.

Empero, el argumento más contundente se relaciona a la falta de papel, una realidad poco o nada conocida, mucho menos entendida.

La materia prima para fabricar el papel es la celulosa. Se la obtiene de tejidos vegetales. Para elaborar una tonelada de papel se debe talar quince árboles.

Si la desforestación incide en el cambio climático, la mayoría de países se han puesto como propósito no talar árboles. Al contrario, sembrar más y más.

En conclusión: la falta de papel obedece a razones ecológicas. La industria editorial es una de las más afectadas. Lo sienten las editoras de libros y, por su puesto, los periódicos.

Entendible, entonces, la preocupación de los padres de familia. Pero hay alternativas para economizar. Aprovechar, por ejemplo, los útiles no usados totalmente el año escolar precedente; igual, pinturas, papel bond, lápices, marcadores, carpetas, entre otros materiales.

El prurito, alentado incluso por las autoridades educativas, de comprar “todo nuevo”, y hasta de hacerlo en determinados comercios, atenta con la economía familiar, sobre todo de las familias con menos ingresos.

En algunos planteles, particulares por lo general, se obliga a comprar resmas de papel higiénico por cada alumno.

Los gastos no atañen únicamente la compra de útiles escolares. Involucra también uniformes y transporte.

La buena educación no necesariamente pasa por la cantidad, ni calidad de útiles escolares; peor por lo voluminoso de los cuadernos.

Eso lo saben los maestros, los estudiantes. También los padres de familia.