Requiem por un Faique

Eduardo Sánchez Sánchez

Si contamos con una estadística de cuántos fueron los autos en Cuenca en 1950, nos causaría admiración. No pasaba la cifra de 5.000 y se detenían frente a la presencia de niños, las calles eran utilizadas en doble sentido, el chofer del francés “chauffeur” fue una profesión distinguida, el paseo en auto era algo especial que causaba gratas impresiones y experiencias en las contadas callejuelas del centro citadino, tapizadas de polvo o lodo en la pequeña urbe. Para el año 2000 fueron 53.000 los vehículos, el 2015 llegaron a 89.864, el año 2020 alcanzan a ser 112.000. No existe un desarrollo proporcional entre número de autos, tamaño de ellos y número de nuevas vías y calles, se estima que sólo un 30% de la población emplea autos privados y los últimos años se ha incrementado estrepitosamente el número de motocicletas; muchas de ellas conducidas por irrespetuosos personajes, que no tienen ni dios ni ley, no conocen el rojo del semáforo y se lanzan entre los vehículos ocasionando sustos, accidentes y violencia citadina.

En la esquina de la Av. Unidad Nacional y Gran Colombia, existía un árbol nativo de FAIQUE (Acacia macrantha), durante 50 años creció y lucía elegante el parasol en el parterre central de la avenida, hasta que llegaron los SICARIOS vegetales para proceder con una drástica reducción del área de flujo vehicular en esta esquina conflictiva, en donde confluyen: Av. 3 de noviembre, puente sobre el Tomebamba, Gran Colombia y calle Eduardo Crespo M. Ampliaron el espacio del parterre, utilizaron motosierra sobre las raíces del FAIQUE, dejaron un espacio subutilizado para bicicletas, en tanto se arman verdaderas camorras con uso de claxon, insultos, violencia verbal, hechos en ausencia de quien planifica la movilidad en nuestra Ciudad con certeza. Mientras tanto el FAIQUE perdió su color verde y entró en colapso de muerte. (O)