Las «viudas» se tomaron las calles en Ecuador para despedir al año que muere

Muchas calles ecuatorianas han experimentado la presencia de «viudas», hombres vestidos de mujeres que se travisten muy sensuales para pedir limosnas en la calle con las que financiar el funeral del año que va a morir en la hoguera.

Esta parodia popular y tradicional forma parte de una particular celebración sin parangón, en la que la gente identifica el fin de año con un monigote al que llama «Año viejo» con la careta de algún político o personaje de la televisión, cine o deporte, al que quemará en la Nochevieja.

En las aceras de las calles las personas colocan los «viejos», protegidos con un techo -tradicionalmente elaborado con ramas de eucalipto- y los adornan con carteles de frases graciosas o sarcásticas que denotan los momentos penosos, difíciles o trágicos del año que termina.

También se suele colocar el «testamento», una retahíla de consejos y deseos, a manera de herencia, para que las personas afronten el nuevo año y dejen atrás las penurias pasadas.

El «moribundo» es cuidado en sus últimas horas por las «viudas» que intentan seducir a los transeúntes para que dejen unas monedas para el «funeral».

«Una limosnita para este pobre viejito», es la frase con la que «ellas» comienzan a convencer a los transeúntes que aporten al coste del funeral del monigote elaborado con ropas viejas y llenos de serrín.

La insistencia de las «viudas» puede alcanzar niveles altos, sobre todo porque algunas acuden a la alta seducción para alcanzar la meta… Todo es teatro y la gente, como ha sucedido durante toda la vida, sabe que esta parodia sólo se repite el Fin de Año.

Y mientras los jóvenes consiguen las «limosnas para financiar el funeral», que al final será una recogida para comprar bebidas, el resto de las familias siguen con la preparación de la cena de Nochevieja.

A las doce de la noche del 31 de diciembre la gente quema a los monigotes «años viejos», los patea, los salta y finalmente los ven arder, en una visión que también intenta incinerar los malos recuerdos del año que termina.

Sin embargo, La quema de los monigotes en la calle ha ido en descenso en los últimos años por asuntos ecológicos y ordenanzas municipales que también aconsejan evitar el uso de fuegos de pirotecnia para evitar el estrés de mascotas y disminuir la contaminación ambiental.

En la ciudad portuaria de Guayaquil, en el suroeste del país, la celebración adquiere dimensiones más grandes, pues los monigotes, elaborados con cartón, papel y otros materiales reciclados, pueden alcanzar más de diez metros de altura.

En Guayaquil se exhiben los monigotes en algunas calles, sobre todo en el sur de la ciudad, y son visitados por mucha gente que los admira por su grandeza y detalles, pues recrean casi hasta la perfección a los personajes que representan.

Los monigotes gigantes, que no se queman, identifican a personajes de la farándula, la música y el deporte. El astro argentino Lio Messi, el rapero portorriqueño Daddy Yankee, el manga japonés «Mazinger Z» y el bajista de Kiss, Gene Simons, son algunos de los famosos que han sido retratados en la exhibición de este año.

Consideradas como «verdaderas obras de arte», los monigotes de Guayaquil compiten por un premio que el Municipio de la ciudad entregará el próximo 14 de enero, fecha hasta la que seguirán en las calles para el disfrute de los ciudadanos.

La fiesta, no obstante, sigue en la calle el día del Fin de Año y muchas familias sacan sus equipos de sonido para avivar el baile entre vecinos.

La juerga se paraliza a la medianoche cuando las familias se recogen a sus hogares para cumplir con el rito del abrazo de Año Nuevo, generalmente acompañado de la cena y el cumplimiento de las cábalas (ingesta de uvas, caminata con maleta en mano, uso de ropa interior amarilla y oraciones religiosas, entre otras), para luego volver a la calle y continuar la fiesta. EFE