Shabalula y la Culebra

Tito Astudillo y A.

Mi primera salida del 2023, a senderear y visitar lugares especiales, fue Shabalula para maravillarme de la vista y sensaciones de su entorno; recordar otras visitas, maestros, amigos, conversaciones y lecturas; aspiraciones, premoniciones e ilusiones que nunca faltan, fotografiar. Y, desde luego, nostalgia al ver el complejo arqueológico abandonado y la “casita unicelular cañari”, como describe Guillermo Segarra Iñiguez a este hito emblemático del sitio, con nuevos desmorones en sus paredes.

Y siguiendo la descripción del lugar, hecha por el autor de la “Monografía del cantón Sígsig”, luego de identificar el rostro yacente mirando al firmamento perfeccionado en una roca que emerge de la superficie de seis metros aproximadamente, un amauta mirando las estrellas decimos, buscamos el monumento a la culebra que, entre declives y hojarasca, encontramos su cabeza tallada en piedra con la boca y ojo aún bien definidos, como describe Segarra Iñiguez quien, en 1963, la encontró aún adherida a un pedazo del cuerpo y la huella bien marcada de 17 metros de largo que debió ocupar todo el cuerpo, “rígido y no en zigzag”, circunstancia que ha dado lugar a que se considere un monumento a la culebra muerta y a Shabalula como un santuario de ritos fúnebres como dice Zeballos Menéndez. En una reunión cultural un estudioso de la historia de Sígsig, aseguró conocer el destino de los restos de este monumento.

Recorriendo la planicie, desde “el mirador” del Norte, disfrutando de una panorámica impresionante del sector con Chobshi y el río Santa Bárbara abajo, recordamos al autor, citando a González Suarez, que los Cañaris se sabían descendientes de una Culebra que, luego de dar origen a su pueblo, desapareció sumergiéndose en una laguna, Ayllón en Sígsig, tradición que explicaría la presencia, en el Complejo Arqueológico de Shabalula, de un monumento a la culebra muerta. (O)