(In) Competencia en vialidad

En la conversación familiar, la pregunta de rigor, luego de los acostumbrados saludos de un recién llegado es ¿y cómo está la vía? Para quien vive en Cuenca o cualquier zona del austro, sabe muy bien que, entre los planes de viaje, debe incorporar información sobre carreteras, ante la incertidumbre a la que -lamentablemente- estamos acostumbrándonos.  

Las peripecias para atravesar el Cajas y llegar a Guayaquil deben incluir información sobre la calidad de las vías en el Km. 49 y ahora también en el Km. 7.  Conocer si la vía está abierta o si ciertas horas está cerrada, si pasan los carros pesados o solo los livianos y, si definitivamente no hay paso, tocará dar la vuelta por Cañar.   

El trayecto a Yunguilla tiene una narrativa más asociada con el tráfico de ciertos días y horas, pero otra historia es llegar a Pasaje o a Machala, en donde también se requiere conocer el estado de la vía, el mantenimiento, los tramos de peligro por la condición de la carretera o por la inseguridad.  

Si se trata de conectar con el Oriente, la conversación pasa por los derrumbes, si llueve o no, si el paso está abierto, a qué hora, y qué tan peligroso sigue siendo el Churuco, o si mejor el viaje debe ser por el Ingamuyo. Los planes se organizan según la condición de las vías, al menos si los pasos están abiertos, porque del mantenimiento no se espera mucho.  Siempre decepciona.

Más allá de la competencia en vialidad, que por lo general le corresponde al gobierno central, la conversación sobre la conectividad vial debe ser parte de la agenda política a nivel local.  Una buena vía de acceso incide directamente en el desarrollo productivo, en el fomento turístico, y en el bienestar de la ciudadanía. El tema es, o debiera ser, parte de la preocupación de un futuro alcalde o prefecto, de manera que las respuestas sobre programas viales no deben limitarse a las carreteras secundarias o a los kilómetros de asfalto en la ciudad.  Se debería exigir a los candidatos qué propuesta tienen para incidir y gestionar mejor conectividad y mayor atención para el cantón y la provincia.  Esa capacidad de representación es también parte de la gestión de la que se debe hacer cargo una autoridad.  

El estado de la vialidad en el austro es el símbolo del abandono central, que no sea también de la incompetencia local.