No son las festividades

Viviana Bernal Estrada

Otro carnaval que forma parte de los recuerdos, una fiesta que atrae a todos porque todos somos personalidades; entre carcajadas, caídas, un “unito pal frio”, la maicena, el agua en abundancia y el infaltable “a mí no me mojen, verán”, el carnaval es tal vez la festividad más esperada de todas.

Se vive un encuentro con la familia, amigos, vecinos y extraños, esos del bando opuesto con los que se compite por la mejor puntería; pero ¿Qué sería de una fiesta sin personas? nada, solo pasarían a ser tres días con aroma a domingo tarde, monótono y letárgico.

Esa minga del compartir es el verdadero encanto, más allá de los colores y la espuma; es la música que sale de nuestras almas y que contagia la diversión, una diversión que no marca hora ni tiempo, un festejo que avisa el final del día solo cuando el cuerpo al fin se agota.

Cuando la familia se reúne, se vuelve a vivir, se recuerda a través de las anécdotas de los mayores la historia del carnaval, recetas y banquetes a disfrute de todos quienes con manos temblorosas en horas de la tarde agradecen por el cafecito caliente y el pan con dulce ¡Qué bonito es carnaval!

En fin, no habría festival del agua y de la carioca si no habría personas que con su alegría y entusiasmo hacen que perduren una tradición tan bonita, no hay nada más hermosamente agotador que jugar carnaval. (O)