¿Manzanas o barriles podridos?

Andrés Martínez Moscoso @andresmartmos

Desde niños nos han repetido la frase que, “la manzana podrida puede llegar a dañar al grupo”, y bajo esta moralina desarrollamos nuestra actividad pública y privada, e incluso lo llegamos a extrapolar a la esfera política.

En la obra, “El páramo reformista. Un ensayo pesimista sobre la posibilidad de reformar al Perú”, de Eduardo Dargent, el autor se pregunta si acaso son solo las “manzanas” las que están podridas (políticos, algunos ciudadanos, así como las leyes en su conjunto), o si acaso el “barril” que las contiene (institucionalismo) es el que, al estar podrido, cada vez que se depositan nuevas manzanas, están se terminan por podrirse.

Bajo esta interesante lógica que, tranquilamente puede ser extrapolada a otro país del continente americano, vale la pena reflexionar si acaso los procesos de cambio en los que nos centramos únicamente se enfocan en ciertos factores y no en la integralidad del problema, razón por la cual es difícil ver mejorías.

Es claro que, cuando existe un caso de corrupción o un mal gobierno, automáticamente señalamos con el dedo al político o al movimiento o partido que lo representa, y buscamos una alternativa, usualmente fresca, joven (al “outsider”), la cual bajo nuestra lógica no va a repetir esos malos comportamientos.

Sumado a ello, creemos que la solución a todos nuestros problemas radica en un cambio a nivel normativo, y en el caso ecuatoriano con una nueva carta constitucional, incluido un nuevo proceso constituyente.

Sin embargo, por más que todas estas “manzanas” cambien, el “barril” sigue podrido. Ese sistema que reproduce una lógica de picaresca, corrupta, que quiere permanecer en el “status quo” porque se beneficia del mal servicio, de la triquiñuela o del compadrazgo.

Pensar en fortalecer las instituciones, es cambiar el “barril”, y, no únicamente las manzanas, pues éste puede ordenar e influir en el comportamiento de los individuos. De tal suerte, podremos mejorar los comportamientos, bajo la premisa de desempeñar una función de interés público.

Caso contrario, sin importar la tendencia ideológica, o en su defecto la procedencia regional, los problemas seguirán reproduciéndose y el cambio tardará en llegar. Sin embargo, estamos acostumbrados a las soluciones parciales o inmediatas, las cuales si bien es cierto pueden sonar bien, no producirán las transformaciones que requerimos como sociedad.  (O)