¡Cristo ha resucitado!

Gonzalo Clavijo Campos

En uno de sus sermones, San Agustín cuenta que durante la vigilia pascual los paganos de su tiempo, llenos de inquietud, no dormían ante la posibilidad de que esa noche ocurriera algo extraordinario y misterioso. Luego, por la mañana, se encontraban con sorpresa, ya que el rostro de los cristianos aparecía radiante y transfigurado. Solo una verdad muy alta, solo una alegría verdadera, debían de pensar, puede iluminar así un rostro humano. Y es que aquellos cristianos llevaban en sus rostros, en la luz de sus ojos, una especie de prueba, la evidencia de que Jesucristo había resucitado.

No cabe duda de que el peor servicio que podemos hacer a la causa de Jesucristo es revestir nuestra vida de luto, de tristeza, de individualismo. Por el contrario, el mejor servicio consiste en vestirla de Pascua, de alegría, de fe, de compromiso. ¡Y cuánta esperanza, luz, amor y solidaridad necesitan hoy nuestras familias, nuestro país y la sociedad en general frente a tanta violencia, inseguridad, pérdida de valores y pobreza extrema!

Las primeras comunidades cristianas eran visceralmente pascuales: todo se vivía y se interpretaba a la luz de la Pascua. Con Jesús había muerto lo antiguo, y en su resurrección nacía la existencia nueva. Se trataba de un paso de la muerte a la vida, de la noche al día, de la esclavitud a la libertad. Y esto no era una afirmación doctrinal, sino una experiencia vital.

Cristo, en esta Pascua de 2023, nos habla desde la situación concreta de pobreza, sufrimiento y marginación de millones de compatriotas. Desde ellos nos interpela, nos invita al amor comprometido, nos llama a la conversión, desenmascara nuestro cristianismo infantil, cuestiona nuestra manera de vivir la fe, rompe nuestros esquemas, nuestra burguesía, y nos urge a caminar decididamente hacia el servicio y compromiso.

El compromiso cristiano crecerá en nosotros cuando comencemos a interesarnos más por los débiles, por los que están en último lugar, cuando sintamos predilección por los pobres y marginados necesitados de amor y de justicia, y nos pongamos a su lado para servirles.

¡Felices Pascuas de Resurrección, estimado lector! (O)