Paloterapia

Santiago León

Pues bien. En vista de los incontables robos que se dan en la ciudad, los ciudadanos se han calentado. Sí. Han decidido dar palo a los pillos que quieren hacer de las suyas. Se han cansado de ver como el sistema judicial deja libre a los angelitos que son detenidos. Por eso se ríen cuando los llevan presos. Saben bien que algún juez les devolverá su libertad antes de que amanezca. ¡Escorias!

Es que mi querido my friend, usted ya no puede salir en calma. Si está caminando y mira pasar a dos sujetos en moto, encomiéndese a los santos. Mejor no ponga resistencia y deje que se lleven sus pertenencias. Da bronca, iras, desilusión, de mirar como los ladrones asaltan sin que nadie pueda hacer nada.  

Pero en medio de tanta desidia, los barrios se han visto en la necesidad de organizarse. Han agarrado sus palos, garrotes, tubos, ortiga, betas, y todo lo que pueda servir para dar un escarmiento a los ladrones. Unas cuantas lacras ya han recibido su dosis de paloterapia. Hasta las motos de estos sujetos han sido incendiadas. Es una señal de que la sociedad ya no aguanta más.

Le cuento que ahora, un emprendedor que se levanta día tras día a ganarse el pan, tiene que pagar una vacuna a estos hijos de la quinta vergara. Es que estos avezados tienen hasta tarifario El que más tiene, más paga. ¡Aplican el principio de la progresividad! Muy amenazantes dejan panfletos debajo de las puertas de los negocios. Que paguen por las buenas, caso contario, atentarán contra su familia. Más claro, al que se opone lo bañan en plomo.  

Así estamos en Cuenquita. Sitiados, inundados, inseguros, en la mira de los radares y amenazados por los delincuentes. Por todo lado tendrá que aflojar plata de su bolsillo. ¿Qué hemos hecho para merecernos esto? (O)