El Niño, a las puertas

Los fenómenos naturales causan tremendos daños materiales al Ecuador. Hay pérdida de vidas humanas.

Todo el país conoce las consecuencias del fuerte invierno, cuyas “víctimas” son, entre otras, la infraestructura vial y la agricultura, cada una con sus repercusiones económicas.

Ocurrieron tragedias como en Alausí. Según se reporta, de seguir las copiosas lluvias aumentan los riesgos en la   hidroeléctrica Coca Coda Sinclair.

En estos últimos meses ha llovido casi sin cesar. En algunos casos en volúmenes nunca antes vistos, anegando ciudades enteras, pueblos pequeños, los sembríos. Esto ocasiona el desplazamiento de las familias afectadas y el aparecimiento de enfermedades, en especial en el litoral.

Esos impactos climáticos están ahí. Pero en tanto se los soporta, el fenómeno climático El Niño está a las puertas.

Podría desencadenarse en julio o en septiembre de 2023, según informes presentados en Ginebra por expertos de la Organización Meteorológica Mundial, anticipando “un grave aumento de la temperatura global en los próximos dos años”.

El Ecuador está entre los países a ser afectados, como sucedió en 1982-1983 y en 1997-1998.

No saben cuánto durará; tampoco la intensidad. Pero, lo repetimos, está a las puertas.

En el Ecuador poco se previene. Las lamentaciones sobrevienen cuando ocurren las desgracias y, por lo general, encuentran al país sin recursos; sumido, como ahora, en crisis políticas y de inseguridad. La gente tampoco toma los debidos recaudos. Los gobiernos seccionales no ejecutan obras para mitigar los estragos; a lo mejor ni siquiera kits de alimentos para asistencia social, pensado en la caridad espontánea.

En el caso del Azuay, posiblemente se agrave la situación vial. Las inundaciones en otras provincias, en la Costa por lo general, echarán a perder los cultivos, aumentando la carestía de la vida y las migraciones internas.

Estamos alertados; pero ¿y?