Macondo político

Aurelio Maldonado Aguilar

La política ecuatoriana bien puede ser el mejor relato del realismo mágico. Realidad y magia entrelazados, volviendo tentador emprender una novela de estos aciagos días que pasa la república, con circunstancias lógicas y a la vez ilógicas, que hechizarían al lector.

La muerte cruzada tira al traste todo y disuelve constitucionalmente la asamblea, para conseguir estabilidad y sin embargo es germen de un descalabro institucional y político monstruoso. El presidente se sacude de piojos y tiene opción, en meses que tendrá que gobernar, posibilidades de enmienda y acción sin molesta asamblea, que, convertida en nido de ratas parlanchinas, obstaculizan todo, sin embargo, ahora tendrá que someterse a otros organismos de control. La increíble formación de partidos políticos, trasunto del acomodo y oportunidad de riquezas de vivos, pasan de una decena en un país minúsculo y completan la magia electoral, pues, se les vuelve difícil incluso encontrar nombres icónicos de nominación y sus dirigentes son los mismos reciclados buitres prestos a la rapiña, que nuevamente se candidatizan y esto, por la enorme dificultad de incorporar nombres valiosos y honestos, que los hay, que ante tanta podredumbre ni intentan sacrificar su vida decorosa y enlodarse sin remedio como asambleítas, cosa que me consta cercanamente, pues muchos no aceptaron conformar listas para asambleítas. Candidatos variopintos a la presidencia, mágicos realmente. Tenemos un mercenario de lejanas guerras, diestro en disparar, matar y estrategias de combate; padre e hijo millonarios candidatos por partidos diferentes; dirigentes indígenas donde la revancha social florece; dirigentes y empresarios privados o institucionales; los mismos del correísmo que, sin conseguir nombres útiles para ser indultados y regresar al poder y el atraco, continúan en su labor desestabilizadora, dirigida por genio maligno -no hay que negarlo- de Correa, ayudado a su vez por sus cercanos y antiguos socios, el narcotráfico y sus cárteles, que son y en mucho, los causantes de toda nuestra infeliz desgracia, desangre monstruoso y matanzas entre ellos e inocentes que caen en ráfagas ciegas, sembrando terror que les conviene y son expertos, con la más brutal saña como decapitación y evisceración de víctimas, dejando en la vía, su cabeza y corazón en un saquillo.

Debemos coincidir que Fernando Villavicencio se juega el pellejo desde años atrás con sus denuncias y es, dentro de todo, la mejor opción, esperando que se blinde a la corrupción y que el poder que todo lo daña, no lo tome de rehén. (O)