¿Quiénes somos …?

David G. Samaniego Torres

Los resultados de las elecciones del domingo veinte de agosto tienen elementos que vale la pena intentar analizarlos. Nuestro deambular cívico se ha vuelto por demás tortuoso. El horizonte apenas se deja ver. En este ambiente, permítanme unos renglones. La vida es una maestra maravillosa: sabe cómo y cuándo darnos sus lecciones y conoce la manera de hacernos entender. Los renglones que siguen apilan razones en busca de una comprensión global.

Somos hijos de las circunstancias, dependemos de ellas, somos marcados por ellas, de una u otra forma. ¿Cuáles son las circunstancias? Un viejo maestro de filosofía, hace ya tantos años, me enseñó que: dónde, cuándo, por qué, quién, cómo, entre otros, son elementos que gravitan de manera sustantiva en nuestros comportamientos, son nuestras circunstancias. Algunos ejemplos para constatar que lo enunciado tiene mucho de verdad, es decir, que de una u otra forma somos hijos de nuestras circunstancias y, que, además, casi todos los humanos vivimos circunstancias disímiles, en el fondo o en la forma.

-¿Dónde nacimos?: sierra, costa, oriente, región insular, dentro o fuera del país, tiene enorme importancia. No discutamos si esto es verdad o no, porque es obvio lo que afirmo. La tierra donde nacimos con sus peculiaridades nos hace distintos en elementos no sustanciales, pero sí circunstanciales.

-¿Cuándo nacimos?, es obvio. Los del siglo pasado llevamos una impronta indeleble con nosotros, en diversa gradación. Mis ochenta y ocho años marcan en mi experiencias y reflexiones que son ajenas a quienes nacieron hace treinta años. En esta forma podemos analizar otras circunstancias que inciden en nuestras vidas, que nos hacen personas distintas a los demás: nuestra capacitación académica forma nuestra mente y nos provee de esquemas conceptuales con los que razones y avanzamos en nuestro conocimiento. Los desvíveles de formación, en este capítulo, hace que pensemos y actuemos de modo distinto.

Lo expuesto basta para entender el universo de individualidades presentes en cada población: su edad, el lugar donde nacieron y donde viven, su capacitación intelectual, etcétera. Estos elementos quizá nos lleven a comprender mejor el resultado de contiendas electorales.

Ecuador lleva sobre sus hombros una pesada cruz. Su población está cívicamente deformada porque vota sin conocer sus verdaderas necesidades, sin analizar exhaustivamente a los candidatos, es presa de promesas y lisonjas, de amistades y francachelas, de sentimientos a flor de piel y razonamientos en el desván. ¿Mal sin remedio? (O)