Un país escindido

David G. Samaniego Torres

Escribo estas líneas mientras se dan a conocer los resultados de las elecciones presidenciales del domingo quince de octubre. La tendencia del electorado fue clara. El margen de la votación fue lo suficientemente amplio como para determinar el triunfo.  Con esta votación la campaña no debe terminar. Hay muchos elementos que deben ser promocionados para que recobren su importancia; hay muchas propuestas que deben hacerse y, de manera especial, es por demás importante deponer rencillas y odios y decidirnos a curar heridas y restablecer las fuerzas de la patria. Sobre este tema van los párrafos siguientes que quieren ser una invitación para intentar cobijarnos con nuestro tricolor y mirar hacia un mismo norte. ¿Qué pedirle a nuestro Presidente electo?

1.REAGRUPAR A LA FAMILIA ECUATORIANA. Las décadas vividas y el contacto cercano con la juventud y los padres de familia me regalaron la certeza de que los ecuatorianos somos gente buena, excepcional diría yo, pero que requerimos de conductores, de líderes que encarnen ideales y que tengan la voluntad de entregar sus energías en beneficio de ellos.

2.SER UN VERDADERO EDUCADOR porque si no lo es, si no piensa de ese modo, su accionar al frente del gobierno en lugar de ser un ejemplo para la transformación de un pueblo será motivo de perdición. ¿Quién tiene más posibilidades para educar que el presidente de una nación? Muy pocos a mi entender.

3.ENSEÑAR CON SU EJEMPLO: cumplir con lo prometido porque lo contrario es ser mentiroso; combatir la corrupción y la mentira; afianzar la seguridad nacional; dar ejemplo de trabajo, cumplimiento de metas, conquista de valores.

4.ALGO TRASCENDENTAL. Un presidente joven conlleva varias responsabilidades: ser ejemplo para la niñez y juventud al ser practicante de valores humanos, tales como la responsabilidad, la puntualidad, la organización, la honradez, junto con otros valores familiares, sociales y religiosos.

Este quince de octubre Ecuador ha escrito una página por demás importante en su historia en momentos de mucha incertidumbre y ansiedad cuando en el ambiente nacional se respiraba incertidumbre, se sentía miedo y temor y la ansiedad dominaba en el ambiente. Han retornado la tranquilidad, la confianza, la esperanza. No pensemos erróneamente que el peligro terminó, que ya todo pasó. Nada más peligroso. Hemos entrado en una etapa propicia para la reflexión, para el análisis, para encontrar las raíces de nuestros males y tratar de erradicar la cizaña. Entonces, manos a la obra. (O)