“Bendito” celular

Jorge L. Durán F.

Eres un mal necesario. Un chinesco moderno de la tecnología.

Todo se puede olvidar, menos a ti. No hay lamento más triste para quien te lo pierda.

Dominas al hombre. Lo manipulas. Él depende de ti. ¿Lo has convertido en tu mascota?

En ti confía hasta sus intimidades, sus flaquezas, su ego, su afán por sentirse reconocido, por creerse que es alguien en una sociedad gelatinosa, banal, casi que sin esencia humana.

Pero también puedes convertirte en su final, en un revelador ante los ojos ajenos lo que tiene como barniz, como coraza de cuanto esconde su esqueleto, su alma, su corazón.

Si no fuera por ti, por las mil formas en la que te prestas para ser usado, este paisito no habría conocido, pese a que recién se ve el iceberg, cómo unos vivarachos concebidos por los demonios; unas quisquillosas damas de fanfarria, porcelana y noche buena, le han llevado a lo más profundo de la pudibundez.

Gracias a ti, las verdades dichas por quien pagó con su vida su atrevimiento al denunciarlas, se reconfirman, volviéndole más apestoso al paisito con ventana al Pacífico.

Si no fuera por ti, qué hubiéramos conocido con santo y seña, con siglas y alias, a los asaltantes de los dineros públicos, a políticos malévolos que, apadrinados por sus correligionarios, robaron, traficaron tierras, les sirvieron de burropie y compartieron ganancias sucias.

Imposible que sepamos cómo el mal se apoderó de la República, integrando mafias con determinados políticos, fiscales, jueces, periodistas, militares, policías, muñecas de la farándula, para llenarse los bolsillos, convertir a la justicia en un chiquero, a la judicatura en pocilga, en muladar la Asamblea.

Si no fuera por ti, ni modo para descubrir a quienes, durante el correísmo, el morenismo, el lassismo, ya no más en el noboismo, no solo negociaron bajo la mesa con el petróleo, sino que traficaron con la venta de cargos públicos, se repartieron las empresas estatales, las más rentables claro está.

En el colmo de su desvergüenza se maridaron con el narcotráfico, volviendo en sus feudos a las cortes provinciales de justicia; y en las sombras caminaron hombreando con narcopatrones, narcopolíticos, narcojueces…

Si no fuera por ti, qué para saber de esos miles y miles de chats, urdidos en lenguajes diabólicos; pero descubiertos al fin, sobre todo, judicializados por quien ahora ellos quieren aniquilarla.

Ya se sabe quiénes son; igual el vientre político que los incubó, crio y usufructuó. Caiga sobre ellos la maldición popular. Si es en las urnas, mucho mejor. Ya es hora. (O)