“Guerra avisada no mata gente”, dice el adagio popular. Es oportuno tomarlo en cuenta, si terminado el invierno, previsto para dentro de pocos días o semanas, sobrevendrá el verano y con él, el estiaje.
El Gobierno desde ya es advertido, como lo fue hace casi un año, asumiéndolo sin la seriedad ni urgencia del caso.
Por ahora, las represas de las centrales hidroeléctricas están “a reventar”. Hasta deben abrirse sus compuertas para evacuar el agua en demasía.
La energía comprada en el exterior, mediante barcazas, en gran parte fluye. En otros casos, la infraestructura aún se construye previa la instalación de las plantas termoeléctricas. Los desfases son evidentes.
La hidroeléctrica Toachi-Pilatón está en pleno funcionamiento. Aporta con 254,4MW.
En medio de la novedad de una posible convocatoria a Asamblea Constituyente o reformas parciales a la Constitución; también por la lucha política tendente a asumir el control de la Asamblea, alertar sobre una eventual crisis eléctrica no resulta descabellado.
Tomar todos los recaudos necesarios le librará al país de tan penoso riesgo.
Si hay, como efecto los hay, proyectos de generación pendientes, al Gobierno le urge ejecutarlos cuanto antes.
No es suficiente expedir decretos, ni siquiera las declaratorias de emergencia, si desde ya no se asumen responsabilidades ejecutorias, controlando incluso a los “mandos medios”, como tantas veces se ha dicho, encargados de torpedea todo, en especial cuando la empresa privada, en cuanto lo permita la ley, quiere invertir en proyectos de generación.
La demanda de energía aumenta cada año. Por lo tanto, la oferta debe ir a la par.
Hay otra alerta. Coda Codo Sinclair pronto será sometida a un mantenimiento programado de seis meses.
Durante el estiaje, cuyo punto crítico ocurre entre agosto y septiembre, la cantidad de lluvias es imprevisible. Ya nos pasó durante el 2024.
Insistimos, el Gobierno está sobre aviso.