Con una vuelta más en el calendario, interpretamos que hemos concluido un año duro por tanto crimen de sicariato, impunidad, dolor para muchos ecuatorianos, ausencia laboral, circo y sainete político. En términos religiosos y de angustia diríamos… ¿hasta cuándo P. Almeida? Cuando tenemos esperanza de cambios positivos, surgen aspectos que laceran esa confianza en virtud de que la corrupción hace presencia oculta, camuflada, engañosa y trunca el desarrollo de la ciudad, del país, de la sociedad.
Cierto que cada 365 días nos deseamos, y como no puede ser de otra manera, nuestras mejores energías y dedicatorias para el nuevo ciclo, en el cual fijamos nuestras metas, cambios, intenciones de prosperidad, voluntad de mejorar asuntos inherentes a superación y que no le quiebren al IESS, no sea grosera la inflación y que el joven Presidente responda a los intereses de la Nación.
En consideración de que es la salud el aspecto más importante para un ser vivo, es imposible descuidarnos de una buena nutrición que nos brinde bienestar. Pero deberíamos también distanciarnos de las sustancias que ocasionan adicción y obviamente generan más que una lesión.
La gratitud tiene que estar presente en nosotros, no sólo por educación. Recordemos que ella disminuye la depresión y el estrés. Hemos de buscar un buen estado físico con frecuencia caminar, trotar, hacer ciclismo, andinismo, huir del tabaco, del alcoholismo y reducir el uso del automóvil y el sedentarismo.
No dejemos de apoyar a otras personas que puedan beneficiarse de nuestra experiencia. Debemos aprender algo nuevo, esto mejora nuestro estado de salud y alegría, así un nuevo idioma, pulir habilidades como pintura, música, lectura, fotografía, ajedrez, etc. Mantenernos saludables, no posponer citas médicas que conserven el don preciado de la salud.
UN VENTUROSO AÑO 2024 A MIS AMABLES LECTORES. (O)
