Subasta electoral

Juan F. Castanier Muñoz

Las ofertas de los candidatos presidenciales para las elecciones del próximo mes en el Ecuador constituyen una variopinta gama que va, lamentablemente, desde lo serio y posiblemente sustentable, hasta lo ridículo e imposible de aplicar en la práctica. Y es que el inusitado y crecido número de candidatos, no podía desembocar sino en esta caótica campaña donde un candidato quería inscribirse a la fuerza después de que los plazos para la inscripción habían fenecido ya “que vidas” y un alto tribunal electoral, inentendiblemente, le daba la razón; donde intentaban inscribir sus candidaturas una jorga de fugados y sentenciados por la justicia; donde, una verdadera pandilla de ineficientes funcionarios provocaron el daño de millones de papeletas por no haber sido capaces de copiar correctamente el logo de un partido político; e, increíblemente, donde cuatro de los cinco concejeros electorales se encuentran destituidos por el pronunciamiento de un juez electoral. Con estos antecedentes, la final que se anticipa es “de miedo”. Ojala no haya apagones. ¡Chequearan bien los fusibles!

Pero la guinda en el pastel lo constituye la oferta del emparamado Arauz. Nada de estarse dando vueltas ni explicando cosas difíciles: mil dólares por cabeza a un millón de ecuatorianos. Total del gasto: mil millones de dólares. Con esta curiosísima y sin par oferta, producto del asesoramiento “en el exilio y/o en la clandestinidad”, Arauz evita hablar sobre la generación de empleo, sobre la reactivación productiva, sobre el comercio exterior, etc, y se concreta a lo de los mil millones y el perdón y olvido para los “ángeles” de la década bailada.

Cuando le preguntan a Arauz de dónde va a sacar la plata para el millonario reparto, él dice que de las reservas del Banco Central. Yo me permito sugerirle, más bien, que podría vender las quinientas hectáreas de terreno donde se iba a construir la refinería del pacífico, en Manabí, al precio que las mentes lúcidas lo compraron y al precio que las mismas mentes pagaron por hacer los terraplenes, total: mil quinientos millones de dólares. ¡Claro, eso será si gana las elecciones! (O)